Por @Alvy — 5 de enero de 2021

Germania / Aircraft Safety Card (CC) Wikimedia

Estuve escuchando In The Unlike Event, episodio 422 del siempre recomendable podcast 99% Invisible de Roman Mars. En él la periodista Mo LaBorde habla sobre una de sus pasiones: la historia de las tarjetas de seguridad de los aviones. Algo fascinante, con implicaciones en la usabilidad, el análisis social y en última instancia las vidas de innumerables personas que viajan cada día.

Coleccionar esas tarjetas o instrucciones (en la jerga, los panfletos o tarjetones) es algo especialmente raro porque implica una «ligera cleptomanía». De hecho yo mismo reconozco haber birlado hace décadas dos o tres especialmente «exóticas» de aerolíneas de países lejanos para regalárselas a un conocido que también las coleccionaba [no daré nombres]. ¡Todo por la ciencia!

LaBorde cuenta que en los primeros años de la aviación estas tarjetas eran simplemente como postales, casi publicidad, para «animar a la gente a volar», porque nadie se fiaba mucho de los aviones. Tan sólo en los años 60 comenzaron a diseñarse con cierta intención de servir para explicar las espartanas medidas de seguridad, aunque se hizo de forma fallida: casi todo era texto, estaban en varios idiomas y eran enciclopédicas, con aspecto de manual y complicadas. Nadie las leía.

Por suerte a finales de los años 60 a las aerolíneas se les ocurrió invertir algo de dinero en mejorar la seguridad en tan competitivo y boyante sector. Surgió una empresa para estudiar la seguridad a partir de simulacros de evacuaciones. Nacieron entonces la regla de los 90 segundos, se eliminaron las cortinas, se marcaron las «salidas» con EXIT y se tomaron otras medidas similares.

También se dieron cuenta que la mayor parte de las víctimas de los accidentes perecían no por las colisiones, sino simplemente por no poder salir del avión al no encontrar las salidas… a veces aunque ni siquiera se hubiera estrellado gravemente. Se preguntaron si explicar cómo salir en caso de emergencia no sería buena idea, y decidieron rediseñar las tarjetas con ese fin. Eliminaron los textos (y por ende los idiomas) reduciéndolo todo a infografías y una sola palabra: EXIT.

Aircraft Safety Card - 737-300

Eso sí, el aspecto tranquilo y apacible de los protagonistas –por no hablar del resto de medidas de seguridad– ha dado siempre mucho que hablar, como ya vimos en alguna película un tanto conspiranoica:

¿Sabes por qué ponen máscaras de oxígeno en los aviones? El oxígeno te coloca. En una situación de emergencia te pones a respirar frenéticamente debido al pánico. De repente te vuelves eufórico, dócil. Aceptas tu destino. Míralo, está todo aquí, en la tarjeta de seguridad: «Aterrizaje de emergencia en el agua…» A 900 km/h. Caras en blanco, tranquilas como vacas hindúes.

– Tyler Durden
El club de la lucha (1999)

tarjetas de seguridad del Proyecto Mayhem

En las tarjetas de seguridad del Proyecto Mayhem en El Club de la lucha buscaban precisamente aportar algo de caos realista a la situación, reflejando lo que básicamente podría ser un verdadero «en caso de accidente» en vez del límpido folleto de «caras lavadas» que recibe todo el mundo al llegar a su asiento.

Según cuentan en el podcast, el éxito de las tarjetas de seguridad –sobre las que al no haber normativa cada aerolínea hacia lo que le parecía mejor– se debió al aciago Accidente de Los Rodeos en Tenerife, el peor de la historia. En la colisión de dos gigantescos 747, uno de KLM y otro de Pan Am, hubo 583 víctimas: todos los ocupantes del avión de la KLM murieron, pero 67 personas del de la Pan Am se salvaron. Algunas narraron luego que pudieron salir gracias a haber leído antes las tarjetas de seguridad, lo que llevó a que se convirtieran en algo casi estándar.

Algo que también confirman como bien sabido es que un enorme porcentaje de la gente no se lee las tarjetas ni hace caso de los vídeos de seguridad al comienzo del vuelo (aunque suelen haberlo hecho las primeras veces que volaron y conocen algunas de las recomendaciones y trucos). Mucha gente no las lee porque simplemente no quiere saber nada al respecto por el miedo que les da volar (!) y otros porque creen que es imposible que haya un accidente.

Lo más aterrador es que también se sabe que tras los accidentes o emergencias (humo en cabina, salidas de pista…) mucha gente entra en un estado de shock tan grande que simplemente no hacen nada: no se levantan, ni buscan la salida. A muchos se los encuentra muertos en sus asientos, sin lesiones y con el cinturón puesto. Dice LaBorde que quizá sea por el mismo instinto animal que hace que ante un peligro inminente algunas presas «se hagan el muerto», aunque aquí eso se torna literal al cabo de unos segundos.

Para evitar un fatal desenlace parece que es mejor saber que la posibilidad existe y es buena idea leer las bonitas tarjetas que nos ofrecen, estar presto y dispuesto, contar mentalmente las filas de asientos hasta la salida (por si hay que salir a oscuras), abandonar todo equipaje y concentrarse por si llega el –improbable– momento de tener que salir por patas.

{Foto (CC) Germania Safety Card @ Wikimedia}

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