Por @Wicho — 24 de septiembre de 2017

Dirigible Giffard

El 24 de septiembre de 1852 Henri Giffard consiguió demostrar que su idea de que era posible construir una máquina voladora más ligera que el aire que podía ser controlada mediante motores y timones al recorrer los 27 kilómetros entre París y Trappes en su aerostato dirigible a una velocidad de unos 9 kilómetros por hora.

Lleno de unos 2.500 metros cúbidos de hidrógeno, el aerostato Giffard tenía un diámetro máximo de 12 metros en el centro y una longitud de 44 metros. Lo envolvía una red de la que colgaban una serie de cuerdas que a su vez sostenían un travesaño horizontal de madera de 20 metros de longitud que llevaba una vela triangular en su extremo posterior que se utiliza como timón. Debajo del travesaño iba la góndola –aunque llamarla góndola quizás se un poco demasiado generoso– en la que iban el piloto y un pequeño motor de vapor de 3 CV que movía una hélice de dos palas de 3,40 m de diámetro que giraba a 110 revoluciones por minuto.

Al motor le faltaba potencia como para poder llevar el dirigible de vuelta a París a causa del viento en contra reinante, pero el concepto quedó plenamente demostrado.

(Vía NASA History Office).

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