Por @Wicho — 3 de junio de 2016
Siempre he admirado al 43 Grupo de Fuerzas Aéreas por la labor que hacen cada año a la hora de luchar contra los incendios forestales, volando bajo y hacia el terreno, en medio de todas las turbulencias generadas por el calor del fuego…
Pero después de leer Despegar desde el agua, una anotación escrita por uno de los pilotos del 43, mi admiración ha subido un grado más al ver lo complicado que es despegar desde el agua.
No se trata de meter motor y fuera, ni mucho menos:
Despegar correctamente desde el agua con este bicho no es fácil. Sí, todos los pilotos del 43 lo pueden hacer, pero permitidme que sea crítico aquí: pocos lo hacen bien. Y en no pocas ocasiones me incluyo, porque no es fácil, y hay veces en las que simplemente la cosa no sale. La cantidad de factores que influyen es asombrosa, y los que ayer influyeron, hoy no tienen por qué hacerlo. Toda la maniobra es terriblemente artesanal, y la experiencia y la pericia marcan la diferencia. Repito, despegar todos despegamos, pero no todos lo hacemos bien. Y en esto soy exigente porque soy un purista, y de verdad que hay una diferencia abismal entre unos despegues y otros. Y estoy hablando de llegar a pasar miedo. Miedo al ver que el piloto no tiene en absoluto el control del avión. Miedo al ver como el rumbo de despegue queda 50º a la derecha y te están llevando contra las rocas de la orilla. Miedo por los botes que comienza a dar el avión. Miedo al oír los impactos del casco contra el agua. Miedo por si no tendrá la sangre fría y la humildad suficiente para abortar el despegue, navegar de nuevo al punto de partida, reconocer que la ha cagado y volver a intentarlo.
Claro, cuando soy yo el instructor no hay problema: el susto me lo llevo, pero sé que una vez pasada esa -permitidme el inglés- "teaching situation", voy a tomar el mando y a detener el avión con seguridad. El problema lo tienen los mecánicos y los segundos pilotos que no tienen en absoluto la autoridad necesaria para hacer eso en la cabina. Y todo ocurre muy, muy rápido, y el descontrol se alcanza de igual manera -recordad ahora el vídeo del Goose-. Por eso es nuestra obligación como instructores formar muy bien a los nuevos Comandantes de Aeronave, para que una maniobra que -vosotros lectores- seguro considerabais relativamente fácil, no termine en un disgusto.
Menos mal que a los de 43 Grupo no les falta humor…
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