Por @Wicho — 4 de abril de 2011

El Bureau d'Enquêtes et d'Analyses, el organismo francés encargado de investigar los accidentes de aviación, acaba de confirmar que se han encontrado los restos de un avión a 4.000 metros de profundidad bajo el océano Atlántico y que estos restos se corresponden con el Airbus A330 con matrícula F-GZCP, según se puede leer en Sea Search Operations, phase 4.

Este avión se estrelló el 1 de junio de 2009 cuando realizaba el vuelo AF 447 con origen en Rio de Janeiro y destino en París, pereciendo todos sus ocupantes.

Dado que en el momento de producirse el accidente el avión no estaba en contacto con ninguna dependencia de control aéreo no se sabía el lugar exacto en el que este se había producido, por lo que hasta el momento sólo se habían recuperado algunos cadáveres y algunas piezas del avión, entre ellas la deriva, por lo que no ha habido manera de determinar fehacientemente las causas del accidente.

Recuperación de la deriva - Marina del Brasil
Recuperación de la deriva - Foto: Marina del Brasil

Esta es la cuarta ocasión en la que se realiza una búsqueda de los restos del avión, y aunque las tres veces anteriores no se había encontrado nada, en esta ocasión, y a juzgar por las fotos, en las que se pueden ver los dos motores, partes del fuselaje, y al menos un ala, este bien podría ser el sitio principal del accidente.

Una de las alas del AF447 - BEA
Una de las alas del AF447 - BEA - BEA. Más imágenes en Site images

De hecho, la BEA ha confirmado que hay cuerpos dentro de los restos encontrados, y que el mes que viene se procederá a intentar su rescate.

De lo que no hay confirmación todavía es de si las cajas negras del avión, que se consideran fundamentales para esclarecer la causa del accidente, están entre los restos encontrados, y aún en el caso de que lo estén habrá que ver si se puede acceder a ellas y si en caso de que sean recuperadas aún contienen datos que puedan ser utilizados tras casi dos años sumergidas bajo el mar.

Esta cuarta campaña de rastreo, dirigida por especialistas de la Institución Oceanográfica de Woods Hole, y centrada en un área de 600×200 metros situada al norte del último punto en el que hubo contacto radar con el avión siniestrado, apenas llevaba algo más de una semana en marcha cuando dieron con estos restos.

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