Por Avión Revue — 6 de enero de 2009

Rosa García, primera piloto de Spanair
Cada vez es más habitual ver mujeres en las cabinas de los aviones; en la foto Rosa García, primera piloto de Spanair

Por Sonia Vega Sosa. El mundo de la aviación dejó de ser exclusivamente masculino hace varios años. Las chicas han ido (y siguen) pisando fuerte, abriéndose paso en una profesión plagada de hombres. Inquietud, tenacidad, pasión y convicción son algunas de las cualidades que caracterizan a las mujeres que deciden ponerse a los mandos de un avión.

Lo cierto es que para surcar el cielo hay que estar hecho de una pasta especial, como se puede apreciar en la exposición que Bang & Olufsen Gran Vía Coliseum ofreció sobre Mercè Martí Inglada: la primera española que no sólo se atrevió a competir en la Vuelta al Mundo de Velocidad en 1994 sino que, además, fue la primera que la ganó. Esta catalana de 39 años, que se define como «aventurera, deportista y empresaria», se marchó a Estados Unidos para estudiar inglés, pero sus prioridades cambiaron y dejó el atletismo (deporte que le fascinaba) por las aeronaves.

Aprovechó su estancia en Norteamérica para sacarse el título de piloto privado y comercial. Reconoce que, al regresar a España, le costó mucho hacerse un sitio. «Pero soy una persona luchadora y, cuanto más difícil, más gratificante es el triunfo», asegura.

El amor que Mercè siente por los aviones le ha impulsado a desarrollar más actividades que las propias de un piloto, por ello, prepara expediciones, participa en espectáculos aéreos, y, tiene su propia compañía aérea: Infinit Air.

Pero el de Mercè no es el único nombre femenino que está fuertemente ligado a la historia de la aeronáutica española. Muchas fueron las que aportaron su granito de arena para que las mujeres tuvieran su hueco en la aviación. Es el caso de María Bernaldo de Quirós Bustillo, quien logró el primer título de aviadora por la ENA (Escuela Nacional Aeronáutica). Fue el 24 de noviembre de 1928, 17 años más tarde que el primer hombre. Para esta madrileña, «lo de volar, que tanto impresiona a la gente, es muy fácil».

Ella marcó un hito en la aviación. Era la primera mujer que se ponía a los mandos de un avión. Una mu-chacha que, según el Comandante Lecea, tenía «una gran vocación y el ánimo resuelto». María demostraba, así, que los aviones no entienden de sexos y sirvió de ejemplo a otras chicas, como Margot Soriano Ansaldo (en 1929), Irene Aguilera o, la archiconocida, María Pepa Colomer Luque (en 1931).

Esta aviadora, nacida en Sabadell, en 1913, consiguió su carné a los 18 años, tras demostrar las cincuenta horas de vuelo que se exigían. Una vez obtenido el permiso, ejerció como profesora, formando y entrenando a futuros pilotos, hasta el comienzo de la Guerra Civil. Se convirtió, de esta manera, en la primera instructora de vuelo de España. Además de esto, María Pepa participó en operaciones de propaganda en el bando republicano, utilizando su avión para lanzar panfletos antifascistas sobre Cataluña en los días de la guerra.

Para Mercè Martí, Colomer es «la proyección internacional de la aviación y un punto de inflexión para las aviadoras».

Sin lugar a dudas, si algo tienen en común todas estas mujeres es su pasión por el vuelo, su espíritu aventurero y, principalmente, la vocación. En el caso de África Llamas de Rada se manifiesta la inquietud y la seguridad de una chica que quiere conseguir su sueño, aún teniendo que engañar sobre su edad para lograrlo. A falta de varios meses para cumplir los 21 (edad mínima para poder acceder al curso de aviación), África decidió mentir para ingresar y estudiar lo que le apasionaba aunque, reconoce, era bastante caro: «A peseta por minuto de vuelo; y cada día volábamos unos 10 ó 15 minutos». Obtuvo la titulación en 1932, el mismo año en el que su futuro marido decidió cortarle las alas. Él no quería que su esposa fuese piloto, y el machismo imperante en la época pudo con las ilusiones y los deseos de una mujer que, un día, tocó el cielo con las manos.

Ayuda masculina también

Por fortuna, existen otros ejemplos de hombres que ayudaron a la incorporación de la mujer en la aeronáutica. A Dolors Vives i Rodón le inscribió su padre en Aeropopular. En esa época, según relata ella misma: «la aviación era casi exclusivamente de militares». Hubo un sorteo y le tocó la única beca femenina para aprender a pilotar. «Acepté de inmediato. Era muy audaz». Corría el año 1932; por aquel entonces «no era nada frecuente que una chica volara. Y mucho menos que pilotara un avión. A la gente le extrañaba».

Le concedieron la licencia de vuelo nº 217, el 31 de mayo de 1935. Un año después, se convirtió en la primera mujer que conseguía el título de piloto de vuelo sin motor, aunque el documento no llegó a sus manos, pues la guerra que se desató en España en el 36 lo paralizó todo.

Durante la Guerra Civil, Dolors coincidió con María Pepa Colomer en el ejército republicano. Su misión consistía en controlar la costa catalana con su avión, desde el Cabo de Creus hasta el Ebre, para evitar los posibles ataques del bando franquista.

De pilotos a Comandantes

Con el paso de los años, las mujeres han ido aumentando su presencia en la aviación y ascendiendo de categoría, aunque de forma paulatina. Así, en 1969, Betina Kadner Shilling venció la resistencia del Ministerio del Aire y consiguió la modificación del reglamento que impedía pilotar aviones comerciales a las mujeres. De esta forma, pasó a la historia como la primera mujer a los mandos de un avión con pasajeros en este país.

Bettina Kadner
En 1969 Betina Kadner Shilling consiguió la modificación del reglamento que impedía pilotar aviones comerciales a las mujeres

Durante casi una década, fue la única chica en las cabinas de aviación civil españolas. La madrileña tuvo que escuchar burlas de sus propios compañeros quienes, por la radio, le decían: «¡Betina, a la cocina!» Pero ella no se dejó amedrentar por los comentarios machistas, llegando a ser la primera mujer Comandante de España y la segunda de Europa.

Le seguirían, entre otras, María Aburto y Rosa García Santolaya. La primera es, en la actualidad, la piloto más veterana de Iberia. Empezó como azafata y, posteriormente, se sacó el título de piloto dado que «mis padres no podían pagarme una carrera tan cara».

Ingresó en la compañía en 1985. Aún entonces no pasaba desapercibida para nadie: «Era una especie de bicho raro. Ibas por ahí de uniforme y te miraba todo el mundo. Aunque han pasado los años y todo ha cambiado, sigue habiendo pasajeros a los que les llama la atención».

María, quien ostenta el título de primera Comandante de Iberia y la primera mujer delegada sindical del SEPLA, asegura que «las pilotos aportamos una gran profesionalidad. Es algo propio de las mujeres, nos exigimos más porque nos miran con lupa». Además, está convencida de que «pilotar es cuestión de sentido común. Quizá por eso sea una ventaja ser mujer», (bromea). Por su parte, Rosa García es Comandante de Spanair desde 1988.

Desde muy pequeña tuvo clara su vocación: quería ser piloto, pero su madre no estaba de acuerdo, pues pensaba que, siendo un mundo de hombres, Rosa iba a sufrir mucho. Por eso, la inscribió en un club de vuelo sin motor, intentando que a su hija se le quitara la idea de la cabeza. Sin embargo, el plan tuvo los efectos contrarios. Aquellos primeros vuelos en veleros le hicieron comprender a la muchacha que lo suyo iba muy en serio; que los aviones eran su gran pasión. Tanto fue así que «mientras mis compañeras se iban a discotecas, yo me iba a volar. Para mí, volar era lo primero», declara la joven.

Según el SEPLA, el incremento de las mujeres en la aviación civil en la última década ha sido notable. «Hace 30 años la presencia era prácticamente inexistente», asegura el sindicato.

Los datos facilitados por éste precisan que, de los 5.000 pilotos que hay actualmente en la aviación comercial, 350 son mujeres.

Presencia femenina en los aviones del ejército

Rosa María García-MaleaPero las mujeres no se conforman con la aviación civil, también están presentes en el campo militar. Hace dos décadas que el colectivo femenino forma parte del ejército español, sin embargo, nunca una chica había conseguido ser piloto de caza y ataque hasta el 2007, año en el que Rosa María García-Malea superó la especialidad, convirtiéndose en la primera mujer que puede pilotar aviones de combate.

La almeriense optó por ser piloto de caza porque «es a lo máximo que puede aspirar un piloto, aunque en un futuro no me importaría integrarme en la patrulla acrobática Águila». De las 300 mujeres con las que cuenta el Ejército del Aire, Rosa María es la única cualificada para estar al mando de un avión de combate.

Como se aprecia, la lucha por la igualdad llegó a la aeronáutica hace muchos años, más de los que se podría imaginar. Poco a poco, las mujeres están conquistando todos los ámbitos de la aviación: civil, militar, deportivo y empresarial, como ocurre en otros ámbitos.

Mujeres en el Ejército del Aire
En 2008 se celebró el 20 aniversario de la vuelta de la mujer al Ejército, incluído el Ejército del Aire.

Desde los primeros vuelos de María Bernaldo de Quirós hasta las múltiples competiciones en las que ha participado Mercè Martí han cambiado muchas cosas, pero hay algo que permanece intacto en cada una de estas mujeres que se encuentran a los mandos del avión: la pasión por volar. «Cada vez que vuelo, me siento libre. Es como si iniciara una gran aventura, incluso, tengo la sensación de que no tengo límites», reconoce la deportista catalana.

Se trata de mujeres que, quizá no intentaron cambiar el mundo, pero que con su empeño por lograr sus sueños, han abierto las puertas a multitud de chicas que ansían su propio paseo por las nubes.

Este artículo se publicó originalmente en el número 318 de la revista Avión Revue (diciembre 2008). Su autora es la estudiante de periodismo Sonia Vega, ganadora, en la categoría de Estudiantes de Periodismo, del Premio Periodístico William Boeing, que cada año desde hace dos otorga la Universidad Rey Juan Carlos y Boeing, a través del portal aeronáutica Aviación Digital. Sonia acompañó a nuestro director, José María Parés, en el podium de este premio pionero en España y que reconoce el quehacer profesional en el ámbito de la información aeronáutica, con un presidente del jurado de excepción, el científico, investigador e inventor Juan de la Cierva.

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