Por @Wicho — 1 de febrero de 2009

Que la exploración espacial es un empeño arriesgado es algo que no es necesario explicárselo a nadie, y desde que empezó la carrera especial las muertes de 19 astronautas en vuelo, 11 en entrenamientos, y 71 miembros del personal de tierra así lo atestiguan, como se puede ver en esta lista de muertes en la carrera espacial.

En el caso de la NASA, sus tres peores accidentes, que resultaron en la muerte de 17 astronautas, se concentran entre el 27 de enero y el 1 de febrero, aunque de distintos años.

27 de enero de 1967: Incendio en el Apolo 1

Cabina carbonizada del Apolo 1 - NASA
Cabina carbonizada del Apolo 1 - NASA

Una chispa en un interruptor provocó la ignición de la atmósfera de oxígeno puro que Virgil «Gus» Grissom, Edward White y Roger Chaffee respiraban en la cabina de su nave durante un entrenamiento, matándolos por asfixia en unos 17 segundos.

Este accidente llevó a rediseñar profundamente la cabina de mando del programa Apolo, incluyendo la instalación de un sistema de escape del que la del Apolo 1 carecía y que aún hoy en día se debate si podría haber salvado la vida de los tres astronautas.

28 de enero de 1986: Accidente del Challenger

Desastre del Challenger - NASA
Explosión del Challenger - NASA

Tras varios retrasos en el lanzamiento de la misión STS-51-L la presión por llevarlo a cabo de una vez llevó a los responsables de la misión a desoír los consejos de los especialistas de la empresa constructora de los cohetes de combustible sólido acerca de las condiciones meteorológicas reinantes, ya que la temperatura estaba por debajo del mínimo aconsejable.

En estas condiciones los anillos de sellado que impedían que los gases de la combustión salieran por donde no debían no funcionaron correctamente y un chorro de gases terminó por escapar del propulsor derecho y perforar el depósito principal de combustible, provocando la explosión de este y la desintegración del Challenger.

Quizás el detalle más inquietante de este accidente es que los datos obtenidos a posteriori indican que los siete tripulantes estaban vivos mientras la cabina del transbordador, relativamente intacta tras la explosión, caía hacia el océano Atlántico.

El desastre del Challenger llevó a la agencia a realizar una profunda reflexión sobre sus procedimientos internos de toma de decisiones, aunque no parece haber servido de mucho teniendo en cuenta lo que sucedió con el Columbia años después.

1 de febrero de 2003: EL Columbia se desintegra al volver a tierra

Piezas desprendiéndose del ala izquierda del Columbia - NASA
Piezas desprendiéndose del ala izquierda del Columbia - NASA

El Columbia volvía a Tierra a punto de terminar las misión STS-107 con siete tripulantes a bordo cuando aproximadamente a las 8:02 hora local la nave se desintegra en el aire, cayendo la mayor parte de sus restos sobre el estado de Texas.

La investigación posterior demostró que durante el despegue el impacto contra el borde de ataque del ala izquierda de un fragmento de la espuma aislante con la que se cubre el depósito principal de combustible había producido un agujero en este por el que se coló plasma dentro del ala durante la reentrada, provocando su destrucción y con ella la del resto de la nave.

Algunos ingenieros habían expresado su preocupación por los posibles efectos del impacto del fragmento de espuma antes de que el Columbia iniciara el viaje de retorno, pero sus superiores decidieron ignorar sus preocupaciones, poniendo de nuevo de manifiesto la falta de comunicación reinante en la agencia.

Este accidente hizo que la NASA haya tomado la decisión de retirar aceleradamente su flota de transbordadores, lo que sucederá en 2010, y que los controles sobre el escudo térmico de los transbordadores sean mucho más exhaustivos durante las misiones, tomando numerosas fotografías y vídeos durante el despegue, y sometiéndolo al menos a dos inspecciones con un instrumento especialmente diseñado para ello, el Orbiter Boom Sensor System, durante la misión.

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