Por @Wicho — 28 de octubre de 2015

Un cuarto creciente de Venus y wicho
Durante mi charla fui alcanzado por un cuarto creciente de Venus, pero la cosa se saldó sin consecuencias – Foto por Xurxo Mariño. Más fotos en Crónica fotográfica comentada de Naukas Bilbao 2015.

Mi charla en Naukas Bilbao 2015 fue acerca de la historia de Plutón, con la disculpa de que la New Horizons acababa de pasar por allí apenas un par de meses antes.

Pero en 2015: el año en el que descubrimos Plutón quise contar una historia más larga que la de la New Horizons, la historia que comenzó cuando hace algunos miles de años un antepasado nuestro se dio cuenta de que algunas estrellas iban a su bola y no se comportaban como las otras.

Eso nos llevó a descubrir que no sólo no somos el centro del universo, lo que fue toda una cura de humildad. Pero al mismo tiempo, nuestra curiosidad nos ha llevado a los confines del sistema solar y más allá, algo que no está nada mal para una especie que no ha aparecido hace nada a nivel cósmico.

Podéis ver el vídeo enlazado ahí arriba o, como tengo el texto de la charla, leerla aquí abajo, con sus enlaces y algunas de las ilustraciones que utilicé en mi presentación:

Placas fotográficas en la que se descubrió Plutón

Estas imágenes son las que sirvieron a Clyde Tombaugh para descubrir Plutón en febrero de 1930.

Es este puntito brillante que ha cambiado de posición de una imagen a otra, aunque es cierto que es difícil verlo a simple vista.

En 1930 Tombaugh usaba este microscopio de parpadeo para facilitar la tarea, que es un cacharro que permite alternar rápidamente entre dos imágenes y así ver lo que se mueve entre ambas.

Comparar imágenes es una técnica que se sigue usando hoy en día, sobre todo para descubrir asteroides y cometas, aunque con herramientas más modernas.

Órbita de Plutón

Volviendo a Plutón, una de las primeras cosas que pudimos calcular fue la duración de su órbita, que es de 248 años y que lo lleva de un mínimo de 4437 millones de kilómetros a un máximo de 5874 millones de kilómetros del Sol.

Plutón pasó por última vez por su punto más próximo al Sol en 1989 y no volverá a estar ahí hasta 2237.

Durante su anterior órbita, que comenzó en 1741, en plena Ilustración, ocurrieron cosas como la declaración de independencia de los Estados Unidos, la revolución francesa, la revolución francesa de 1848, la revolución industrial, las primera y la segunda guerra mundial, y llegamos a la Luna, por citar sólo algunos hechos históricos; a ver qué pasa durante la actual.

Vimos también que la órbita de Plutón está muy inclinada respecto a las de los otros planetas, lo que hace, por ejemplo, que las noches en su polo norte duren 120 años, y que es un tanto «estirada», con lo que durante unos 20 años de cada órbita Plutón está más cerca de la Tierra que Neptuno.

Vimos también que es un tanto «estirada», con lo que durante unos 20 años de cada órbita Plutón está más cerca de la Tierra que Neptuno.

Calcular su masa fue más complicado, con todo lo lejos que está, y aunque antes de descubrirlo los astrónomos estimaban que su masa era siete veces la de la Tierra a poco de descubrirlo pensaban que era igual a la de la Tierra, y según fueron aprendiendo más cosas de Plutón allá por 1976 ya le suponían una masa cien veces inferior a la de la Tierra.

Pero… ¡Sorpresa! En 1978 descubrimos que Plutón tiene una luna, Caronte, y eso permitió calcular que la masa de Plutón es 650 veces menos que la Tierra.

Imagen del descubrimiento de Caronte
Caronte es la «chepa» que tiene Plutón en la imagen de la izquierda

Y resultó que Caronte es tan tocho –tiene un 12 por ciento de la masa de Plutón– que más que girar en torno a él ambos «bailan» en torno a un centro de masas común que los científicos llaman baricentro; de hecho durante un tiempo se les consideró un planeta doble.

El descubrimiento de Caronte permitió también calcular que Plutón es pequeñito, con unos 2400 kilómetros de radio.

Luego, entre 2002 y 2003 el Hubble dedicó unas cuantas horas a observar Plutón, observaciones que tras cuatro años de trabajo de veinte ordenadores –hoy lo hacíamos en un rato con el móvil– producían estas imágenes, que hasta hace bien poco eran las mejores de las que disponíamos de Plutón, que como veis es rojizo y no azul por mucho frío que haga allí.

Plutón visto por el Hubble
Plutón visto por el Hubble

A esas alturas estaba claro que si queríamos aprender más lo que había que hacer era enviar allí una sonda, algo que la NASA decidió hacer en 2003 después de varios años de marear la perdiz.

Así que el 19 de enero de 2006 la sonda New Horizons de la NASA despegaba rumbo a Plutón, en aquel momento el noveno planeta del sistema solar.

Pero había un problema: desde los 90 se estaban encontrando montones de objetos en la misma zona del sistema solar que Plutón, algunos de un tamaño casi igual a este, con lo que había dudas acerca de si Plutón debía ser considerado un planeta o no.

El descubrimiento de Éride en 2005, un astro con casi un 30 por ciento más de masa que Plutón, acabó de liarla. ¿Era el décimo planeta del sistema solar? ¿Iban a aparecer más?

Así que en agosto de 2006, apenas unos meses después del lanzamiento de la New Horizons, la Unión Astronómica Internacional decidió que Plutón pasaba a ser un planeta enano, con lo que a la New Horizons le pasó como al inglés aquel que subió una montaña y bajó una colina.

Bye Plutón
Bye Plutón

En cualquier caso, el pasado 14 de julio la New Horizons llevó a cabo su sobrevuelo de Plutón pasando a una distancia mínima de unos 12000 kilómetros, aunque no llevaba el suficiente combustible a bordo como para detenerse, pues aún no tenemos ningún cohete capaz de lanzar una sonda con destino a Plutón que pueda llevar el combustible suficiente como para entrar en órbita.

A la New Horizons le queda aún más de un año para transmitir a tierra todos los datos que ha recogido, pero con lo que ha transmitido ya hemos visto ya mejores imágenes que nunca de Plutón, Caronte, y sus otras cuatro lunas –las descubrió el Hubble después del lanzamiento de la New Horizons–, y hemos descubierto que es un mundo mucho más activo de lo que sospechábamos, con una atmósfera más gruesa de lo que pensábamos y montañas de hielo de agua de 3,5 kilómetros de altura y glaciares de nitrógeno.

La New Horizons tardó nueve años llegar a su destino, pero su llegada a Plutón marca el final de un camino que empezamos hace miles de años cuando nuestros antepasados se dieron cuenta de que en el cielo hay unas estrellas que van a su bola.

Cielo estrellado

Se trata de Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno, los planetas visibles a simple vista. Planeta, de hecho, quiere decir estrella errante en griego.

Nicolás Copérnico, en el siglo XVI nos hizo empezar a pensar que igual no eran estrellas, pues su teoría heliocéntrica decía que, igual que la Tierra, giraban alrededor del Sol.

Galileo y su telescopio, ya en el siglo XVII, nos lo dejaron un poco más claro, ya que gracias a él pudo ver que Venus tenía fases, igual que la Luna, y a diferencia de las estrellas.

Fases de venus
Fases de venus tal y como las dibujó Galileo

Y fue precisamente un telescopio el que permitió a William Herschel descubrir Urano a finales del siglo XVIII, aunque fue una cuestión de suerte.

Estudiando la órbita de Urano los astrónomos detectaron ciertas perturbaciones que les llevaron a pensar que había otro planeta más allá, y en efecto, gracias a los cálculos realizados por separado por John Couch Adams y Urbain Le Verrier a mediados del siglo XIX descubrimos Neptuno, justo donde ellos estimaban que debía estar.

Los astrónomos de la época creyeron ver también perturbaciones en la órbita de Neptuno que indicaban la presencia de otro planeta, de ahí la búsqueda que estaba realizando Tombaugh durante la que dio con Plutón.

En este caso, sin embargo, las supuestas perturbaciones de la órbita de Neptuno eran errores de observación, así que el que Tombaugh encontrara Plutón donde le dijeron que mirara fue cuestión de pura suerte.

Pero tanto da.

Nuestra curiosidad, nuestra capacidad de observación, y nuestra inteligencia, nos han llevado de una concepción del universo en la que todo parecía girar en torno a la Tierra a saber a ciencia cierta que no ocupamos ningún tipo de lugar privilegiado en el cosmos, toda una lección de humildad, aunque la vez nos han permitido ver de lo que somos capaces de hacer cuando nos lo proponemos, un par de lecciones que deberíamos aplicar en nuestras vidas diarias.

Muchas gracias.

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