Por @Wicho — 16 de julio de 2019

Entre el 16 y el 24 de julio de 1994 los 21 fragmentos del cometa Shoemaker-Levy 9 impactaron contra la atmósfera de Júpiter. Como había sido descubierto a tiempo científicos de todo el mundo –y la sonda Galileo– pudieron seguir en directo este fenómeno.

Aparte de los estudios científicos que salieron de todas las observaciones el impacto del cometa contra Júpiter fue una especie de toque de atención. Porque si bien sabíamos que los impactos de todo tipo de fragmentos forman una parte fundamental de la historia de nuestro sistema solar –y si no que se lo digan a los dinosaurios– nunca habíamos visto su enorme potencia en acción. La atmósfera de Júpiter quedó marcada durante meses después de los impactos.

Pero… ¿y si los fragmentos de Shoemaker-Levy 9 hubieran chocado contra la Tierra?

Los fragmentos de Shoemaker-Levy 9
Los fragmentos del Shoemaker-Levy 9 — NASA/ESA/H. Weaver y E. Smith (STSci)

Shoemaker-Levy 9 fue el desencadenante de la puesta en marcha de las varias iniciativas que buscan catalogar objetos potencialmente peligrosos para nosotros, aunque puede que para la Tierra en sí no tanto. Así, tenemos fichados cientos de miles de objetos que andan dando vueltas por el sistema solar y podemos calcular el riesgo que suponen.

Aunque afortunadamente hasta ahora no hemos encontrado ninguno que realmente deba hacernos preocupar. Afortunadamente porque no tendríamos nada que hacer.

Y luego están aquellos como el de Cheliábinsk que nos pillan por sorpresa y nos recuerda aquello de que

Es una curiosa coincidencia cósmica que los impactos contra Júpiter comenzaran justo el día en el que se cumplían 25 años del lanzamiento del Apolo 11.

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