Por @Wicho — 28 de octubre de 2013

SOFIA, el Stratospheric Observatory For Infrared Astronomy, es un telescopio verdaderamente peculiar porque va montado en un Boeing 747SP modificado para servirle de plataforma a unos 12 kilómetros de altura.

Allí arriba está por encima de la mayor parte del vapor de agua que hay en la atmósfera, por lo que SOFIA puede observar aproximadamente el 85% del espectro infrarrojo, bastante más de lo que pueden observar otros telescopios a ras de suelo aunque estén en lo alto de una montaña.

En el vídeo de arriba se puede ver como es ahora el avión, con un compartimento con estaciones de trabajo donde antes iban los pasajeros y un compartimento aparte que es en el que va instalado el telescopio propiamente dicho y que tiene una compuerta que se abre para realizar las observaciones, convenientemente separados por un mamparo estanco.

En este otro vídeo se ve el telescopio propiamente dicho, aunque con el espejo primario de 2,7 metros tapado, el secundario y el terciario, y la apertura lateral por la que los fotones infrarrojos pasan a los instrumentos de este.

También se ven los telescopios guía que se aseguran que SOFIA esté mirando hacia donde se supone que tiene que estar mirando y para mantenerlo centrado en su objetivo.

La abertura por la que mira SOFIA mide 3×4 metros y tiene una rampa por delante y una especie de labio por detrás que se aseguran de que no entre aire dentro del alojamiento del telescopio o que lo haga de manera mínima para que no afecte a las observaciones.

SOFIA es un proyecto conjunto de la NASA y el DLR, el Centro Aeroespacial Alemán.

Obtuvo su primera luz en junio de 2010 y lleva haciendo observaciones científicas desde diciembre de ese año.

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