Por @Wicho — 2 de noviembre de 2017

Clic para ver el boletín entero [PDF]Está haciendo las rondas esta imagen, que es de una captura de pantalla del boletín semanal del 3 de octubre [PDF] del sistema de vigilancia sobre sarampión y rubeola que funciona en Italia bajo los auspicios del Centro nacional para la prevención de las enfermedades y la promoción de la salud del Instituto superior de sanidad, también conocido como Epicentro.

Es cierto que habla de un porcentaje muy elevado de personas sin vacunar contra el sarampión –un 88 por ciento– y que también menciona cuatro muertes entre los 4.617 casos deportados en lo que va de 2017. Pero no es correcto atribuir toda la responsabilidad de estas cifras al movimiento antivacunas, pues los detalles son algo más complicados que eso.

Lo cuenta con detalle Rocío Pérez en De enfermedad controlada a epidemia en expansión: el caso del sarampión en Italia pero el resumen es que aunque parte del aumento del número de personas no vacunadas sí puede atribuirse al movimiento antivacunas buena parte también la tenemos los que, defendiendo el uso de vacunas, no las usamos correctamente.

Del artículo de Rocío:

Las cosas nunca son tan simples. De hecho, según un informe la principal causa de esta epidemia son los grupos de población que fueron vacunados de forma irregular en las últimas décadas: las implementación de las vacunas sistemáticas tardó varios años en arrancar después de su introducción en el país en 1976, y eso ha generado grandes grupos de adolescentes y adultos jóvenes vacunados solo en parte (la vacuna de la triple vírica se administra en varias dosis).

Es, de hecho un caso similar al de Portugal del que hablábamos hace unos días.

Así que sí, el movimiento antivacunas es una lacra contra la que sin duda hay que luchar, pero también tenemos que hacer un uso correcto de las vacunas. En Italia, por ejemplo, además de campañas de refuerzo de la vacunación, a partir de marzo de 2018 será obligatorio presentar una cartilla de vacunación al día para inscribir a los peques en guarderías o escuelas infantiles.

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