Por @Wicho — 2 de abril de 2006

O al menos eso es lo que afirma la Conferencia Episcopal según se puede leer en La Iglesia dice que producir personas en el laboratorio es tratarlas como cosas pues según dicen:

La reproducción humana artificial, aunque se tilde generalmente de asistida y goce de amplia aceptación social, culmina en la producción de seres humanos en los laboratorios, una práctica que choca con la dignidad de la persona [...]

cuando se producen seres humanos en el laboratorio, se comete una injusticia con ellos, porque se les está tratando como si fueran cosas. La dignidad del ser humano exige que los niños no sean producidos, sino procreados.

Imagino que todos los niños nacidos por inseminación artificial en el mundo desde Louise Brown o en España a partir de Victòria-Anna Sánchez Perea y sus padres estarán encantados con esta barrabasada de declaración… Y cualquier otra persona con un mínimo de sensibilidad, claro.

Todo esto forma parte de un ataque frontal de la iglesia contra la nueva ley de reproducción asistida recién aprobada, y entiendo perfectamente que el tema de la investigación con células madre es polémico y que por supuesto tienen derecho a defender sus ideas, pero en mi opinión se han pasado varios pueblos.

Javier Armentia coge la declaración en cuestión, titulada al más puro estilo Mastropiero como «Algunas orientaciones sobre la ilicitud de la reproducción humana artificial y sobre las prácticas injustas autorizadas por la Ley que la regulará en España» y la despieza sin piedad en Ética Embrionicista I y Ética Embrionicista II.

Personalmente, creo que va siendo hora de que acepten que se va a investigar en células madre quieran o no, y que lo mejor es que se haga con la regulación y los controles adecuados.

Actualización 5-4-2006: Fran Varona me hace la observación de que lo que dice la Conferencia Episcopal

…no implica, para nada, que la Iglesia considere indignos a los bebés probeta. Si se comete una injusticia contra alguien, ese alguien sigue siendo digno, simplemente se le ha tratado mal. Los bebés probeta son tan dignos como cualquier otro.
Aunque aún así personalmente me sigue pareciendo una faltada la actitud de la Conferencia Episcopal.

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