Por @Wicho — 8 de junio de 2007

Cuando se produce la fecundación de un óvulo por un espermatozoide convirtiéndose ambos en un cigoto esa célula tiene una característica que la hace muy especial, que es la capacidad de convertirse en cualquier otra célula de las que forman el feto y la parte embrionaria de la placenta.

Esta característica es la que permite que a partir de una sola célula y mediante sucesivas divisiones celulares se acabe por formar un organismo completo, y es un proceso común a todos los animales.

Según sigue el desarrollo del embrión se forma la blástula, que está compuesta por una serie de células algo más especializadas que ya no son capaces de convertirse en las de la parte embrionaria de la placenta pero sí todavía en cualquier otra del organismo.

Más adelante aún en el desarrollo del animal sus células van perdiendo esta capacidad cada vez más, y primero pasan a poder convertirse sólo en otras células de su misma «familia» celular para al final poder formar sólo un tipo de célula en particular.

A las células que forman la blástula y que se pueden convertir en cualquier tipo de célula del organismo se las conoce como células madre pluripotentes, mientas que a las células más avanzadas que sólo pueden convertirse en ciertos tipos de células se las conoce como células madre multipotentes, y en general es a estos dos tipos de células a las que se refieren las noticias cuando hablan de células madre.

De poder aprender a manipularlas y convencerlas de que generen las células y tejidos que queramos las posibilidades que se abrirían son enormes en el tratamiento de enfermedades degenerativas, pues podríamos generar «repuestos» para nuestros cuerpos, y quizás en un momento dado hasta órganos completos, que no tendrían ningún problema de rechazo porque a todos los efectos serían parte de nuestro organismo.

El problema es que las células madre más prometedoras, las pluripotentes, hasta ahora sólo se pueden obtener a partir de embriones, lo que genera numerosos problemas éticos y hace que, por ejemplo, en los Estados Unidos esté prohibido por ley destinar fondos federales a este tipo de investigaciones, así que se está trabajando duramente en otros métodos que permitan obtener estas células sin que supongan la destrucción o manipulación de embriones.

En este sentido uno de los métodos más prometedores desde el punto de vista ético de los que se ha hablado en los últimos años es el que permite obtener células madre a partir de una célula extraída a un embrión cuando este aún tiene sólo ocho células, ya que el embrión con siete células sigue su desarrollo sin ningún problema mientras que de la célula extraída se pueden obtener células madre pluripotentes, pero es un método que no está exento de polémica al implicar la manipulación de un embrión.

Así que el reciente anuncio de al menos tres investigaciones que habrían permitido obtener células madre embrionarias de ratón a partir de células de la piel de individuos adultos es una noticia muy esperanzadora.

Por de pronto, ya se ha anunciado que el Centro de Investigación Príncipe Felipe (CIPF) de Valencia intentará repetir estos resultados para comprobar si el sistema es aplicable a los seres humanos y si es eficaz en la obtención de estas células, ya que por lo visto este método necesita mil células de piel para producir una célula madre.

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