Por @Alvy — 29 de Octubre de 2017

Compendio astrónomico

Este compendio astronómico que guarda el Museo Británico tiene el aspecto y tamaño de lo que podría pasar por un auténtico smartphone del pasado – y aunque no servía para hablar un mandar tuits ni mensajes por WhatsApp sí que incluía muchas «aplicaciones».

Este modelo en concreto, que fue fabricado por Johann Anton Linden hacia el año 1596 tiene diversos paneles de cobre a modo de «páginas», cada una de ellas con una funcionalidad distinta. Un poco como las apps de hoy en día, si nos permitimos el símil. Su tamaño era de 127 × 75 mm, con un grosor de 20 mm, así que era ligeramente más pequeño que un iPhone 7/8 aunque el doble de grueso (y también bastante más pesado – era de cobre y no de aluminio).

La información que recopila es digna de la mejor enciclopedia astronómica, una de las ciencias más precisas de la época, con muchos de los conocimientos y herramientas comunes del siglo XVI.

Los diferentes diales circulares servían para calcular la hora de diversas formas en los distintos sistemas que se usaban en la época. También incluye un astrolabio para orientarse de noche, con marcas con las alturas y declinaciones de diversas estrellas, desde la Estrella Polar a las más brillantes de las diferentes constelaciones. En otra «hoja» hay seis anillos giratorios que probablemente servían para situar a los planetas más visibles del Sistema Solar.

También incluía una tabla con las latitudes de un montón de ciudades, algo importante para poder realizar correctamente los cálculos de hora y orientación. Para las estrellas hay también latitudes y longitudes, con nomenclaturas en latín y árabe.

El conjunto se completaba con 11 compartimentos para herramientas de dibujo (que con el tiempo se han perdido), una brújula, un gnomon (barra para calcular la hora solar midiendo su sombra), y diversas tablas informativas: la duración del año tropical, los equinoccios, la fase de la luna e incluso las fechas de Navidad, Pascua y demás.

Este modelo estaba fabricado principalmente con cobre, oro y plata; las marcas son básicamente grabados. Al parecer lo encargó un tal Christopher Leibfried al relojero Linden a finales del siglo XVI; posteriormente estuvo en Alemania hasta que el museo se lo compró a John Webb en 1857.

De estos compendios existen diversos modelos por toda Europa, lo que indica que era una herramienta habitual entre los más pudientes y quienes necesitaban de esta información precisa y «portátil», especialmente en sus viajes. Tanto Ferdinando de Medici como
Felipe II tenían modelos parecidos, aunque un tanto poco simples. Digamos que por aquel entonces ya existían tanto las versiones «normales» como las «plus» de esas enciclopedias portátiles informativas con el saber de la astronomía del renacimiento.

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