Por @Alvy — 26 de Noviembre de 2023

En este debate sobre la Biología del libre albedrío el gran Robert Sapolsky se enfrenta –pero muy amablemente– con Kevin Mitchell, en una conversación tranquila y relajada; nada de youtube chirriante. Sapolsky defiende como es lógico su idea de que nuestro comportamiento es determinista porque está influenciado por factores biológicos, genéticos, ambientales y sociales y que por tanto no existe el libre albedrío (su último libro: Determined: A Science of Life without Free Will).

En el turno de preguntas el moderador, Theodor Nenu lanza esta:

Nenu: ¿Cómo podemos dar sentido a nuestros logros si no tenemos libre albedrío? Me refiero al trabajo de toda una vida, o al escribir un libro, que requiere mucha motivación. Si alguien piensa que en realidad no tiene mérito, que está todo determinado y que en el fondo es el producto de lo que tú mismo eres a «bajo nivel»… ¿No hay acaso cierta tensión entre ambas situaciones?

A lo que Sapolsky responde con un rotundo:

Sapolsky: Oh, no siento esa tensión en absoluto porque el 95% de las veces soy un auténtico hipócrita, porque no podría funcionar si no lo fuera. Así que si alguien me dice «vaya, ¡bonita camisa!» o lo que sea durante tres milisegundos, acto seguido me siento complacido y de alguna manera interpreto que resulta que soy una persona mejor de lo que hubiera sido de otra manera (…) Todo lo que veo como imperativo moral es detenerme en ese punto y reflexionar y reflexionar y reflexionar, y llegar a la conclusión de que no es casualidad que me haya convertido en el tipo de persona que por ejemplo escribiría un libro (…) Pero es bastante raro esperar que alguien funcione de esta manera todo el tiempo y estoy seguro de que yo mismo no puedo.

Tal vez lo máximo a lo que se puede aspirar es es sospechar de esos momentos en que las cosas parecen obvias porque sabemos cómo funcionamos y entonces reflexionar. Lo que hemos demostrado históricamente es que podemos hacerlo y que hoy pensamos diferente sobre algunas cosas que en el pasado, y que al hacerlo el techo no se hunde, sino que se convierte en un mundo más humano (…) Sin embargo, la mayor parte del tiempo no es posible funcionar de esta manera, hay que trabajar para lograrlo.

Aunque esto fue lo que más me llamó la atención el resto del debate está también muy bien; Sapolsky parece claramente «vencedor» (si no convencedor) ante unos argumentos un tanto más débiles y menos elaborados ni verificados.

Si quieres alimentar tu alma con algo con sustancia puedes hasta mirarte su curso de Biología del comportamiento humano (2010) en Stanford. Gratis, auténtico y muy instructivo.

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