Por @Alvy — 1 de octubre de 2014

Sergio Pérez Acebron / Foto (CC) Wicho @ Flickr

Sergio Pérez Acebrón es un investigador del German Cancer Research Center (Heidelberg, Alemania) que dio una charla muy interesante en el reciente evento Naukas sobre ese tema tan controvertido y de actualidad: el aborto. La charla es de tan solo diez minutos y merece totalmente la pena; yo la encontré vía Esa otra.

El planteamiento es no entrar en moral, ética y religión, sino enfocar el asunto del comienzo de la vida humana desde el punto de vista científico, con un planteamiento claro lejos de la falacia de considerar la cuestión de «cuándo comienza la vida» únicamente desde el punto de vista de las opiniones personales, éticas o religiosas:

Embriones, fetos y bebés – Un electroencefalograma mide la actividad cerebral; tiene validez legal para decidir si alguien ha muerto, para decidir si alguien ha dejado de ser una persona viva. Aunque otros órganos funcionen, aunque ese corazón siga latiendo, se puede iniciar un proceso de donación de órganos, por ejemplo, de esos órganos que funcionan.

Ahora bien, partiendo del punto opuesto, ¿cómo es el encefalograma de los embriones? Bueno, los de 6 semanas y hasta las 12 semanas, carecen de actividad cerebral. A partir de la semana 13, empezamos a ver algunos destellos, neuronas que están migrando, que están conectándose. A partir de la semana 23, empieza a haber un encefalograma reconocible, que empieza a parecerse poco a poco al de una persona.

Si aceptamos la premisa de que usemos la actividad cerebral no sólo para marcar el final de la vida, sino también para el principio, podríamos decir que no estamos, legalmente, ante una «persona viva» antes de la semana 23, o si somos muy, muy, muy estrictos, antes de la semana 13: el primer trimestre de embarazo.

Yo entiendo que éste es un debate muy, muy complicado, pero los científicos no podemos y no debemos, dejar fuera del debate lo que sabemos del desarrollo embrionario.

Como suele suceder a veces estas cuestiones abren más preguntas de las que responden y la última que se plantea en la charla resulta especialmente paradójica e interesante: ¿Por qué una madre o un familiar autorizado puede iniciar un proceso de donación de órganos de una persona que ha muerto porque deja de tener actividad cerebral pero tiene que pasar un auténtico calvario o incluso quizás no pueda interrumpir un embarazo de un embrión que tampoco tiene actividad cerebral?

Compartir en Flipboard Publicar / Tuitear Publicar