Por @Wicho — 12 de julio de 2012

En noviembre de 1953 los miembros del Politburó se reúnen para decidir acerca del futuro del programa nuclear soviético, y en concreto para tomar decisiones acerca del misil intercontinental que todos tienen claro que la URSS tiene que construir para mantenerse a la par que los Estados Unidos.

La idea es que se pueda lanzar desde territorio soviético pero que tenga el alcance necesario para llegar a los EEUU. Pero tienen el enorme problema de que aunque quieren que sea capaz de portar una bomba nuclear de fusión no tienen ni idea de cuanto puede llegar a pesar esta, pues aún está en desarrollo.

Así que le preguntan a Andreí Sájarov y este estima que el peso sería de unas cinco toneladas y media, una cifra que al final demostraría ser mucho más grande de la final pero que llevó a la URSS a desarrollar el R-7 Semiorka, el ICBM más poderoso jamás construido.

El R-7 comparado con lanzadores de los EEUU de su época
El R-7 comparado con los misiles Redstone, Atlas y Titán II usados para los programas Mercury y Gemini de la NASA (Novosti Kosmonavtiki)

Como arma el R-7 demostraría sería bastante mediocre y pronto sería sustituido por otros ICBMs mas eficaces y más adaptados al tamaño real de las armas nucleares que tenían que portar, que al final resultaron pesar entre una y tres toneladas.

Pero sin embargo dio una inesperada ventaja a los soviéticos en la carrera espacial pues era un magnífico lanzador y aún hoy en día las Soyuz son lanzadas con un derivado del R-7.

Los detalles de esta curios historia los tiene Daniel Marín en El error de Sájarov o por qué la Unión Soviética alcanzó el espacio antes que los EEUU.

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