Por @Wicho — 9 de diciembre de 2013

Andan las cosas estos días un poco revueltas en España con el asunto de la homeopatía, esa superchería inventada por Samuel Hahnemann en el siglo XVIII y que algunos quieren hacer pasar como medicina, porque el gobierno ha puesto en marcha un proceso para adecuar a la legislación vigente los miles productos homeopáticos que están a la venta y que hasta ahora estaban en una especie de tierra de nadie legal, tal y como puede leerse en Sanidad abre el proceso para regularizar 19.000 productos homeopáticos.

Y eso a pesar de que hace unos años un informe encargado por el mismo ministerio concluía que el principal efecto de la homeopatía es placebo, algo que no va mucho más allá del consabido «¡A mí me funciona!», que realmente no funciona aunque nos queramos engañar a nosotros mismos.

De hecho los productos homeopáticos no es que estén en un vacío legal, sino que más bien están en una situación ilegal, ya que aunque allá por 1994 se inició un proceso para su regulación este quedo parado sine die, por lo que la misma Audiencia Nacional considera que cualquier tipo de licencia o situación provisional que se pudiera haber creado entonces ha expirado por silencio administrativo, por mucho que el ministerio y la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios hagan la vista gorda.

Y desde luego permitirles regularizar su situación usando un procedimiento simplificado en el que no tienen que demostrar su eficacia como medicinas sino simplemente que son inocuos no parece la mejor forma de aclarar las cosas.

En No sin evidencia hay un manifiesto que un grupo de profesionales sanitarios y de otras ramas de la ciencia, entre otros colectivos, está moviendo sobre este tema; en Twitter la etiqueta es #NoSinEvidencia.

En mi opinión, como decía en A vivir que son dos días, si alguien quiere tomarse un producto homeopático porque tiene una gripe o cualquier cosilla menor, pues allá esa persona y su cartera. Es una manera como cualquier otra de tirar el dinero, igual que jugar a la lotería.

Lo verdaderamente grave es cuando se usa este tipo de productos para tratar enfermedades y situaciones graves, pues no es la primera vez que esto desemboca en una muerte que en muchos casos se habría podido evitar, y, lamentablemente, seguro que no es la última.

De hecho, en mi opinión, no deberían poder venderse productos homeopáticos en una farmacia, porque verlos al lado de medicinas de verdad les da un empaque que no tienen.

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