Por Esther — 18 de febrero de 2010

Un investigador de la Universidad de Burgos, Pedro Fuertes, ha descubierto que las moléculas de azufre y nitrógeno manipuladas son estupendos sensores del mercurio y el cianuro, gracias a sondas cromogénicas que se alteran ante estos potentes contaminantes.

El investigador descubrió este efecto gracias, en gran parte, a la serendipia. Él había centrado su tesis doctoral en comprobar las propiedades de las moléculas compuestas por azufre y nitrógeno. Estas moléculas se denominan heterociclos y topó con "sensores específicos hacia un determinado catión, como el mercurio o el cobre, y en el caso de aniones, hacia el cianuro", ha explicado Fuertes a la agencia de noticias científicas dicyt.

Desde la Universidad apuntan que las sondas son especialmente útiles para detectar mercurio, un metal pesado que, por ejemplo, abunda cerca de las centrales térmicas.

Serendipias aparte, vale la pena reseñar que la investigación de Fuertes empezó en 1999, casi recién estrenada la Facultad de Ciencias de la Universidad de Burgos, y el laboratorio era tan precario que lo llamaban "Siberia".

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