Por @Wicho — 19 de diciembre de 2013

Esta mañana a las 10:12, hora de España, el telescopio espacial Gaia de la Agencia Espacial Europea despegaba del puerto espacial de Kourou a bordo de un cohete Soyuz ST-B que 42 minutos después la dejaba en la órbita de transferencia que la llevará en 20 días al punto de Lagrange L2, a unos 1,5 millones de kilómetros detrás de la Tierra según se mira desde el Sol.

Una vez allí Gaia estudiará mil millones de estrellas de nuestra galaxia, lo que representa tan sólo el 1 por ciento de las que hay en ella, unos 200.000 asteroides, y se calcula que descubrirá varios miles de objetos más como enanas marrones, blancas, supernovas, cuásares, e incluso planetas extrasolares.

Para explorar todo el cielo Gaia rotará cuatro veces al día

Durante su misión de cinco años observará cada uno de estos objetos unas 70 veces con un par de telescopios que son tan precisos que podrían ver algo del grosor de un cabello humano desde 1.000 kilómetros de distancia.

Estos telescopios recogen luz para la cámara de mayor resolución enviada jamás al espacio; de hecho es probablemente la cámara digital con mayor resolución jamás construida, aunque con un poco de trampa: usa 170 sensores CCD que con una superficie total de 0,38 metros cuadrados le dan una resolución de 1.000 millones de pixeles.

Entre los telescopios y los CCD Gaia será capaz de detectar objetos hasta un millón de veces más tenues de lo que podemos ver con nuestros ojos.

Procesará la luz que recoja con tres instrumentos distintos, ASTRO, que fija la posición de cada una de las estrellas que ve; el espectrómetro de velocidad radial o RVS, que mide la velocidad a la que cada una se aleja o se acerca de nosotros; y el BP/RP, que captura un espectro en baja resolución de cada estrella, lo que permite saber su temperatura, masa, y composición química.

Combinando los datos de ASTRO y del RVS podremos saber con exactitud la posición y velocidad exactas de cada estrella, algo que hasta ahora desconocemos del 99 por ciento de las que va a a observar Gaia.

Para poder mantener los telescopios enfocados en objetos a muchos años luz Gaia apenas tiene partes móviles y sus diversos subsistemas están montados sobre una estructura de silicio y carbono que ni se expande ni se contrae a causa del calor.

Además, Gaia cuenta con un parasol que apunta siempre hacia el Sol para mantener todos los sistemas a una temperatura constante de 120 grados bajo cero. Este parasol se lanzó plegado, y abrirlo era uno de los momentos críticos de la misión:

Obtiene su energía de unos paneles solares colocados en el lado Sol del parasol, y para evitar que la Tierra bloquee tan siquiera mínimamente la llegada de luz, al mismo tiempo que se evitan cambios térmicos, sigue una órbita de Lissajous alrededor del punto L2.

Enviara datos durante unas ocho horas al día a una velocidad de unos 8 Mbps, que serán recibidos por las parábolas de 35 metros de la ESA en Cebreros, España, y New Norcia, Australia. En total se calcula que al final de los cinco años de misión habrá enviado 100 TB de datos que incluirán más de un billón de imágenes.

PDHU de Gaia
La PDHU, Payload Data Handling Unit, de Gaia, se encarga de gestionar y almacenar los datos que producen los instrumentos de a bordo; incluye 960 de SDRAM para guardar los datos mientras no se pueden transmitir a tierra

El funcionamiento de Gaia será controlado desde el Centro de Operaciones de Darmstadtd, aunque la parte científica de la misión la llevará el ESAC, el Centro Europeo de Astronomía Espacial en Villanueva de la Cañada.

Se pueden seguir los progresos de la misión en el blog de Gaia y en su cuenta de Twitter, @ESAGaia.

Si te pasas por La Coruña en la Domus hay una pequeña exposición sobre la misión.

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