Por @Wicho — 24 de mayo de 2018

LLA

Estos días se está hablando bastante del trabajo A causal mechanism for childhood acute lymphoblastic leukaemia publicado por el profesor Mel Greaves del Institute of Cancer Research de Londres.

Tal y como lo está vendiendo la institución parece que Greaves ha descubierto la causa probable de la leucemia linfoblástica aguda o LLA, la leucemia infantil más común. Pero en realidad este trabajo no un trabajo nuevo y sino que es una revisión de trabajos anteriores –estudia datos de más de 40 años de investigaciones en el campo– que viene a dar más fuerza a lo que se sospechaba, lo que también es un avance importante y un gran resultado sin duda alguna.

Lo que refuerza esta revisión es que la LLA tiene su origen en dos eventos.

Uno es una mutación genética que se produce antes de nacer, en concreto la fusión entres los genes ETV6 y RUNX1, aunque esto por sí sólo no es suficiente para causar la enfermedad. Pero dado que en los países más avanzados los bebés pasan cada vez más tiempo en ambientes cada vez más estériles aquellos afectados por esta mutación quedan expuestos al segundo evento, que es el de experimentar una activación errónea de su sistema inmune que resulta en la generación de mutaciones de todo tipo que terminan por desencadenar el crecimiento incontrolado de esos clones pre–tumorales generados antes del nacimiento por la fusión de los dos genes citados.

Citando a Manuel Collado, «Es lo que se conoce como la "paradoja del progreso". El desarrollo tras el nacimiento en ambientes cada vez más estériles dificulta la activación correcta de un sistema inmune que evolucionó para conferir protección muy temprana, cuando luchar frente a infecciones desde el momento del nacimiento era una necesidad vital.»

Es importante destacar que en la búsqueda de posibles factores que contribuyan a ese segundo evento desencadenante del cáncer se tuvieron en cuenta multitud de hipótesis y quedaron descartadas muchas que son causas favoritas de los defensores de terapias alternativas y otras sandeces similares como por ejemplo los campos electromagnéticos, las radiaciones no ionizantes, la cercanía a centrales nucleares, a cables eléctricos de alta tensión, etc.

Así que aunque no podemos evitar que se produzca la fusión de genes que parece ser el primer paso en el desarrollo de la LLA el autor del trabajo propone estudiar la posibilidad de incidir en aquellos aspectos que podrían evitar el segundo evento. Esto podría ser mediante el fomento de la lactancia materna, intervenciones sobre la microbiota intestinal, o simplemente dejando que los niños estén con los niños. Y quizás éste resultado permita con el tiempo incluso llegar a desarrollar una especie de vacuna que de manera controlada y artificial estimule al sistema inmune.

Pero en cualquier caso quedan por delante años de trabajo antes de que podamos pensar tan siquiera en que una vacuna de este tipo esté en el mercado o en que se desarrollen protocolos de prevención de la LLA. Mientras tanto habrá que seguir recurriendo a los tratamientos actuales, que ofrecen un porcentaje de curación del 90%, aunque es cierto que todo el proceso es muy duro para enfermos y familiares, con lo que ojalá algún día la leucemia linfoblástica aguda se convierta efectivamente en una enfermedad prevenible.

(Muchísimas gracias, Manuel).

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