Por @Wicho — 24 de septiembre de 2008

El pasado viernes se producía una fuga de helio líquido en el Gran Colisionador de Hadrones en el sector 3-4, entre los instrumentos Alice y CMS, probablemente causada por un cortocircuito que a su vez habría dañado las conducciones de helio.

Sala de control del LHC /AP-Spiegen OnLine
Sala de control del LHC durante la inyección del primer haz de partículas en este /AP-Spiegel OnLine

Para investigar su causa y repararla es necesario dejar que la sección afectada se caliente hasta una temperatura a la que los operarios puedan trabajar en ella sin correr peligro, realizar las comprobaciones pertinentes, y volver a enfriar ese sector hasta su temperatura de trabajo de 1,9 kelvin.

Este proceso hay que llevarlo a cabo muy lentamente para evitar que un calentamiento o enfriamiento bruscos de los componentes en cuestión les puedan causar algún daño a mayores, y se estima que podría llevar tranquilamente un par de meses.

Pero según comunica el CERN en LHC re-start scheduled for 2009, va a ser imposible que se termine de hacer esto antes de la parada de mantenimiento que todos los inviernos se realiza en el CERN, lo que obligará a posponer la reactivación del LHC hasta principios de la primavera que viene.

El LHC es un instrumento extremadamente complejo y además único, por lo que sus responsables tienen que ir aprendiendo sobre la marcha como manejarlo de manera óptima, aún contando con la experiencia que se pueda tener de otros colisionadores anteriores, así que no es de extrañar que surjan problemas de este tipo.

De hecho, ya cuando el pasado 10 de septiembre se inyectaban los primeros haces de partículas en el LHC los responsables de este comentaban que no esperaban empezar a obtener resultados científicos antes de un año mientras que se calibra todo y van ganando soltura y confianza a la hora de manejarlo.

Una vez en funcionamiento se espera que el LHC pueda ayudarnos a responder a preguntas como qué es la masa, cómo funciona la gravedad, o si existe y qué es la materia oscura, que según lo que sabemos hasta el momento podría formar hasta un 95% del universo aunque no podamos verla ni, al menos por el momento, detectarla.

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