Por @Alvy — 7 de agosto de 2015

Me encanta la crueldad con la que algunos descalifican a la ciencia cuando dicen «¿Ciencia? ¿La misma ciencia que no sabe de qué está hecho el 85% del universo?» A mi me parece un touché en toda regla, tengo que admitirlo. Y es que, aunque parezca asombroso, desde que se descubrieron la materia oscura y la energía oscura a veces da la sensación de que cada vez conocemos menos del universo en el que existimos.

En cierto modo es como si unas hormiguitas inteligentes un día descubren que su hormiguero no termina en la valla del jardín sino que está en una una isla gigantesca. Quedarían asombradas, pero al ir más allá quizá se percataran de que la isla está en medio del mar y el mar a su vez en un planeta y el planeta «esférico», que además está en un sistema solar, en una galaxia… Pues algo parecido: esas hormigas cada vez saben más pero cada vez también saben porcentualmente menos sobre el universo que las rodea.

El que descubra exactamente qué son la materia oscura y la energía oscura se lleva el premio Nobel. Según este vídeo de In a Nutshell estas formas «invisibles» de materia y energía suponen el 95 por ciento de todo lo que existe. Si no existiera la materia oscura no podrían formarse las galaxias (no habría suficiente masa); además tenemos constancia de que hay algo ahí porque deforma las luz que llega hasta nosotros, así que interactúa con la gravedad.

Con la energía oscura sucede algo parecido: es una especie de fuerza repulsiva que no se puede detectar ni medir, aunque produce efectos a gran escala: en la expansión del universo. Si no hubiera energía oscura el universo probablemente no se expandiría. Así que parece algo relacionado con el espacio vacío, de modo que «genera más espacio vacío» a medida que pasa el tiempo. O también podría tener que ver con la forma en que se generan partículas y arntipartículas a partir de la nada. En este sentido parece ser más una «propiedad del vacío» que una «cosa».

Todo esto son teorías, muchas de ellas fringe («al límite de la ciencia»). Quizá todavía somos demasiado jóvenes y no hemos llegado muy lejos ni en el espacio ni en nuestro conocimiento de la física como para comprenderlo. O quizá nunca lo hagamos.

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