Por @Wicho — 13 de octubre de 2016

Me ha llamado la atención una noticia que he visto en varios medios estos días en la que hacían referencia a una carta, que no estudio, publicada en Nature que según las noticias en cuestión afirma que el ser humano no puede vivir más de 115 años.

Aunque muchas de esas noticias, como por ejemplo la titulada La longevidad máxima humana se estanca en 115 años en La Vanguardia, hablaban también Jeanne Louise Calment, una francesa que murió en 1997 a los 122 años, quien es la persona que más años ha vivido de la que tengamos datos.

Un primer problema es que los titulares a menudo resumen demasiado y lo que dice el estudio publicado en Nature es que la edad máxima media es la que se sitúa en los 115 años, con raras excepciones como la de la señora Calment.

Pero aún así es una afirmación traída muy por los pelos, tal y como explica Dr. Xaverius en No, no se ha demostrado que el límite de la longevidad humana sea 115 años; se basa en lo que cuenta Daniel Wells en Reanalysis of the evidence for a limit to human lifespan.

Para empezar el estudio en cuestión trabaja, por necesidad, con muy pocos datos, ya que por ahora hay muy pocas personas que vivan más de 110 años, lo que ya es un problema de cara a poder disponer de una estadística fiable; y si además usas sólo datos de cuatro países (Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Japón) los resultados son aún más endebles.

Pero es que además los autores del estudio deciden, porque ellos lo valen, dividir los datos con los que trabajaban en dos grupos, uno los de las personas de más de cien años muertas entre 1968 y 1994 y otro el de la fallecidas entre 1995 y 2006; tampoco explican por qué no han usado datos más allá de 2006, que los hay.

Esto les da una gráfica muy mona en la que parece que desde 1995 la edad media a la que muere la persona más vieja del mundo va bajando. Pero resulta que si cogemos esos mismos datos sin hacer ese corte por medio la impresión es muy distinta:

Todo depende de los ojos con los que lo mires

De hecho este segundo análisis dice que en realidad la edad a la que muere la persona más vieja del mundo aumenta a razón de 0,04 años cada año; también, si analizas la edad a la que muere la segunda persona más longeva del mundo, la tercera, etc, resulta que la media va creciendo, así que en unos años la edad media a la que mueren estas otras personas superará la edad media a la que, según la carta publicada en Nature, muere la persona más longeva del mundo.

Em definitiva, esto es un ejemplo claro de aquello de que si torturas cualquier conjunto de datos con la suficiente intensidad acabará por decirte lo que quieras, o bien aquello de que hay mentiras, mentiras descaradas, y estadísticas.

Señores a lo suyo…
Señores a lo suyo – CC Karen Beate Nøsterud - norden.org

Así que seguimos sin saber a ciencia cierta cuantos años podemos vivir; todo lo más podemos hacer estimaciones –más fiables que la de esta carta– basadas en los millones de personas que mueren cada año, estimaciones que dicen que nuestra esperanza de vida se ha doblado desde principios del siglo XIX, lo que no está nada mal.

Por otro lado cabría decir que a pesar de lo que digan popes como Ray Kurzweil parece mucho más interesante añadir vida a los años –garantizar que vivamos bien el mayor número de años posible– que añadir años a la vida porque sí.

(La anotación de Dr. Xaverius vía Palofreak).

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