Por @Wicho — 15 de mayo de 2013

Durante la noche del 14 al 15 de mayo de 2013 los motores del Observatorio Espacial Herschel se encendieron por última vez para ponerlo rumbo a su órbita definitiva, una vez terminada su vida útil.

Esto era necesario porque la órbita que ocupó durante esta, alrededor del punto de Lagrange L2, era inestable, una situación en la que los responsables de la Agencia Espacial Europea no querían dejarlo para evitar cualquier tipo de problema en el futuro.

Así, las opciones que se manejaban eran o bien hacerlo chocar contra la superficie de la Luna, o bien la que e ha escogido al final, aparcarlo en una órbita estable en la que no vaya a molestar, al menos no durante los próximos cientos de años.

Herschel sigue aún en contacto con el equipo de control de la misión para realizar unas últimas pruebas, pero en cuanto llegue a su órbita será apagado definitivamente, algo que ocurrirá en junio.

Claro que eso en realidad no es el fin de la misión, pues aún queda el trabajo de terminar de procesar todos los datos que recogió y publicarlos para su libre acceso, tareas que probablemente duraran hasta 2017.

Y también toca mirar hacia delante, para lo que la ESA se plantea participar en el lanzamiento del SPICA de la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacia.

El Space Infrared Telescope for Cosmology and Astrophysics, el Telescopio Espacial Infrarrojo para Cosmología y Astrofísica, es una nave similar al Herschel, y de hecho contará con un espejo de 3,5 metros, igual que el del Herschel, pero que a diferencia del de este estará refrigerado hasta los 4,5 kelvin, unos 268 grados bajo cero, lo que lo hará más sensible.

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