Por @Alvy — 14 de Agosto de 2006

The Missing Body Parts of 10 Famous People cuenta las historias de algunas partes del cuerpo «perdidas» de diez personajes históricos más o menos famosos, desde la mano de San Francisco Javier a los huesos de John Wilkes (el asesino de Linconl) o las partes íntimas de Napoleón, e incluyendo lo que podría denominarse el extraño destino del cerebro de Einstein:

Albert EinstenEl cerebro de Einstein – Antes de morir el genial Albert Einstein decidió donar su cuerpo a la ciencia. Pero, por desgracia, nunca dejó ese deseo por escrito. Cuando falleció en 1955, su familia y amigos hicieron planes para incinerarle, pero el patólogo que realizó la autopsia, el doctor Thomas Harvey, se le ocurrió una idea diferente. Optó por extraer el cerebro de Einstein y después contárselo a la familia. Durante unos treinta y tantos años Harvey conservó la materia gris de Einstein en su casa de Wichita en dos jarros. Naturalmente, los más cercanos a Einstein no se mostraron muy entusiasmados cuando lo descubrieron, aunque pese a ello permitieron que el cerebro del genio fuera dividido en 240 secciones que fueron enviadas a diversos investigadores para ser examinadas. De modo que hoy en día muchas de esas secciones cerebrales están en diversas instituciones científicas, con la mayor parte del cerebro de Albert Einstein en el Hospital de Princeton. El cuerpo de Einstein fue incinerado y sus cenizas esparcidas en una ubicación que se mantuvo secreta.

Esta historia me recordó que Steven Levy, uno de los periodistas y autores sobre informática más populares de los 80 y 90 (autor del mítico Hackers: Heroes of the Computer Revolution) tenía esta impresionante y no muy conocida historia en su web personal: Cómo encontré el cerebro de Einstein donde narra su búsqueda del cerebro y el encuentro final y posterior confesión de Harvey diciéndole que el cerebro estaba allí, en la misma habituación en donde estaba entrevistándole en 1978.

La caja con el cerebro de Einstein era una sencilla caja de sidra y dentro de ella había dos frascos de cristal. Al enseñarle el cerebro al periodista, sólo acertó a decir:

Fue una experiencia casi religiosa.

Todo esto le costó su trabajo al doctor Harvey tras una gran controversia.

(Vía Neatorama.)

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