Por Nacho Palou — 24 de febrero de 2009

Registro de NO3 en muestras de Hielo
“Restos” de la supernova del año 1006 en muestras de hielo milenario.
Fuente: An Antarctic ice core recording both supernovae and solar cycles.

Me entusiasmó leer la anotación Evidence of Supernovae Found in Ice Core Sample, en la que se cuenta cómo hielo de la Antártida podría confirmar la observación documentada de sendas supernovas en los años 1006 y 1054 de nuestra era.

Según documentos históricos dejados con especial detalle por chinos y árabes –aunque también se menciona en documentos de otras civilizaciones de la época– en el año 1006 pudo verse en el cielo la explosión de una supernova. El destello tenía el tamaño de la Luna, se veía a plena luz del día y permitía ver durante la noche.

SN 1006 (SNR)
SN 1006 Supernova Remnant
Imagen: NASA, ESA, Zolt Levay (STScI)

En realidad la explosión del objeto que hoy llamamos SN 1006, cuyos restos son aún visibles, habría tenído lugar unos 7.000 años antes de que su luz llegase a la Tierra. Ha sido hasta la fecha el objeto con la magnitud aparente más brillante de la que se tiene registro.

Los rayos gamma procedentes de una supernova cercana tienen un impacto significativo sobre nuestra atmósfera; en concreto causan una producción mayor de óxido de nitrógeno. Las muestras de hielo profundo [entraídas en cilindros perforando decenas de metros de hielo milenario] son una fuente precisa de información relacionada con el clima al guardar registro de los compuestos de la atmósfera. A los científicos se les ocurrió que por tanto también podría quedar en ellos constancia del fenómeno astronómico.

Y al parecer acertaron, pero al segundo intento. Tras un primer análisis en 1979 la investigación de muestras de hielo concluyó sin resultados definitivos. Después en 2001 un equipo japonés perforó 122 metros de hielo en la Antártida. A unos 50 metros de profundidad, en muestras correspondientes al Siglo XI, encontraron picos de mayor presencia de óxido de nitrógeno.

Uno de ellos coincidía con las fechas en las que fue observada la supernova de 1006; otro con otra que también se dejó ver 48 años después, en el año 1054. Una tercera presencia no se pudo determinar con observaciones documentadas. Tal vez fue una supernova que sólo fue visible desde el hemisferior sur.

Como bonus, los científicos pudieron detectar ciclos de variación en los niveles de fondo del óxido de nitrógeno que calcan prácticamente los ciclos de actividad solar que tienen lugar cada once años. Es el tiempo que transcurre hasta que se vuelve observar la máxima cantidad de manchas solares, momento en el que “la superficie del Sol se vuelve muy turbulenta y aumentan la cantidad de materia y energía emitidas al espacio.”

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