Por Nacho Palou — 9 de febrero de 2006

Buen nombre para un reloj atómico:

La Estación Espacial Internacional a la hora atómica de Pharao – Este singular instrumento debe medir el tiempo con una exactitud y una estabilidad inigualadas: el reloj no perderá más que 1 segundito cada 300 millones de años, en tanto que los relojes terrestres más precisos pierden 1 segundo cada 50 millones de años [...] las prestaciones de un reloj atómico dependen de su capacidad de dominar lo mejor posible la velocidad de los átomos en la cual influye la gravedad. De ahí la idea de los científicos de librarse de la gravedad colocando el reloj en un satélite: los átomos serán enfriados y ralentizados hasta la velocidad de un caracol, es decir, ¡7 mm/s!
Dejando a un lado el asunto del nombre del reloj, lo cierto es que la ciencia y la tecnología sobre las que se asienta este ingenio suena totalmente a ciencia-ficción.

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