Por @Wicho — 7 de septiembre de 2010

Los 553.355 litros de oxígeno líquido y 1.497.440 de hidrógeno líquido que hay en el tanque externo, más los 499.000 kilogramos de combustible que lleva cada uno de los propulsores sólidos de un transbordador espacial, hacen que cuando una de estas naves está lista para despegar tenga un enorme potencial destructivo en el caso de que se produjera una explosión, aunque afortunadamente esto es algo que nunca ha sucedido*.

Se calcula que el margen de seguridad en el caso de una explosión sería de unas tres millas, con lo que la Fuerza Aérea de los Estados Unidos se cura en salud y la distancia mínima a la que coloca a sus invitados más VIP para un lanzamiento es a poco más del doble del complejo de lanzamiento 39, en unas gradas situadas en la Nasa Parkway East, desde donde en realidad apenas se ve el citado complejo:


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La NASA es un poco menos conservadora y permite que haya personas observando el lanzamiento al descubierto desde al lado del Vehicle Assembly Building, que es precisamente donde el transbordador se acopla al tanque de combustible y a los cohetes de combustible sólido:


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EL VAB está justo fuera del límite de las tres millas y los que han tenido la oportunidad de ver un lanzamiento desde allí cuentan que no son las llamas y el humo y vapor, ni el sonido, que según las condiciones atmosféricas reinantes en el momento del lanzamiento puede llegar unos 14 ó 15 segundos después, sino las vibraciones, que siguen al sonido y que sacuden hasta la última molécula de tu cuerpo, lo que hace sentir el verdadero poder de un transbordador despegando.

Dentro de este límite de tres millas nadie tiene permitido estar al descubierto, y de hecho, aparte de los astronautas que viajan a bordo de la nave, las únicas personas que permanecen dentro de él, de hecho a poco más de 400 metros de la plataforma, es un equipo de médicos y bomberos listos para ir a rescatar a los astronautas en caso de emergencia y de que estos no pudieran escapar por sus propios medios.

Eso sí, permanecen a la espera dentro de un transporte blindado M113 como este:

M113 NASA
M113 NASA 2

De todos modos, en caso de evacuación, la idea es que los astronautas intenten abandonar la nave por sus propios medios utilizando unas barquillas que los dejarían dentro de un búnker en el que hay otro M113 que todos están entrenados para conducir y que utilizarían para escapar.

Barquilla de escape

* Durante el desastre del Challenger el tanque de combustible, a pesar de lo que parece, no explotó, sino que se rompió debido a las enormes fuerzas a las que se vio sometido y para las que no estaba diseñado, liberando su contenido a la atmósfera… Aunque casi hubiera sido mejor que hubiera explotado.

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