Por @Alvy — 10 de diciembre de 2018

¿Cómo cambian los seres vivos con el paso del tiempo? ¿Por qué algunas mutaciones son importantes y otras no? ¿Qué sucede con las poblaciones vistas como conjuntos? Desde los tiempos de Darwin la ciencia nos ha enseñado que la selección natural es el proceso que explica la evolución biológica. Y no hace falta irnos al campo para comprobarlo: con una buena simulación se puede incluso jugar a verla en acción y entenderla a las mil maravillas.

En este vídeo que han preparado en Primer (el quinto de su serie sobre la Evolución) se puede ver en diez minutos cómo funciona la selección natural. El escenario está habitado por unos seres vivos que se mueven y comen a cada ciclo que pasa. Si encuentran comida tras moverse, sobreviven. Si no la encuentran, mueren. La vida misma.

Cuando se añaden las mutaciones (por ejemplo pequeñas variaciones en su velocidad, lo cual también influye en su «consumo energético» o tiempo de vida) los más aptos sobreviven, pero a priori es difícil saber si será mejor ser paciente y ahorrar energía –aún a pesar de comer menos– o tener una vida corta en la que se come mucho y se deja un bonito cadáver. Como ese el factor es hereditario la siguiente generación heredará las características de su antecesora, y con el paso del tiempo la situación tenderá a «optimizarse». Eso es la selección natural.

La cosa se puede complicar más, como se ve en el vídeo, si se añaden otros factores como las variaciones en tamaño de los seres o la precisión de sus «sentidos». Examinando las gráficas de los resultados, algunas en 2D y otras en 3D, se puede ver cuán importante es cada factor, e incluso qué sucede en situaciones como que haya escasez o abundancia de comida.

El resultado es que la selección natural se produce mediante una especie de competición, en la que son las poblaciones, no los individuos quienes evolucionan. Algo importante es que no siempre lo que ocurre es lo mejor para la especie (visto globalmente) y es difícil hacer predicciones, sobre todo cuando el entorno es cambiante.

Bonus: hay una mención estelar al «gen egoísta», del que dicen que hablarán más en próximos capítulos, que básicamente es una de las bases biológicas de nuestra conducta: visto de otra forma, somos meras máquinas de transmisión de esos genes, que nos sobreviven tras el paso del tiempo.

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