Por @Alvy — 26 de octubre de 2016

Aparte de que demos o no por válido 42 como el sentido de la vida, el universo y todo lo demás hay otro punto de vista que es el que explica este vídeo animado de Minuto de Física, uno de nuestros canales divulgativos favoritos.

El asunto es dar un paso atrás y examinar el concepto de vida, entendida como «lo que hacen los seres vivos» y preguntarse si tiene algún propósito o sentido en relación con el universo. Y aquí es donde entra en juego la entropía.

Si se mira el universo en su conjunto se observa la inmutable e inexorable regla que dice que la entropía aumenta a medida que pasa el tiempo (y en principio el tiempo no puede ir «al revés»). Y esto más que una regla es una ley física que no se puede romper, de modo que el final inevitable del universo parece ser algo oscuro y frío. Frío de narices, de 0 grados Kelvin, si acaso se alcanzan porque el propio tiempo no desaparezca antes. Lo llaman «muerte térmica» o Gran Congelación e incluye adjetivos como «un lugar inimaginablemente enorme e increíblemente frío (…) Un escenario de oscuridad, vacío, y desolación».

Sin embargo nos enfrentamos a la aparente paradoja de los seres vivos: entidades que parecen invertir la entropía, utilizando energía desordenada, profusa y caótica convirtiéndola (por ejemplo mediante fotosíntesis) en complejos químicos más organizados, en más seres vivos (reproducción) e incluso en órganos como los cerebros, de los que surgen más paradójicamente todavía el orden de una partitura musical, el lenguaje o las enciclopedias. (!)

Sin embargo, esa aparente ruptura de la inmutable ley de la termodinámica que exige que la entropía siempre aumente es en buena parte ilusoria: partiendo de la energía original puede surgir una entidad más «ordenada» como por ejemplo un señor de Murcia, un astronauta o unas hermanas trillizas, pero en el proceso se habrá perdido o «emitido» parte de esa energía en forma de calor, contribuyendo de ese modo a un mayor «desorden» global del universo. Fotones convertidos en compuestos químicos tras la fotosíntesis, comida deglutida por nuestros jugos gástricos o colocar metódicamente los cubiertos en el cajón no disminuyen la entropía, globalmente la aumentan.

La exposición de Minuto de Física plantea que quizá esta colaboración sea el verdadero sentido de la vida: si del desorden inicial del universo surgen estrellas y planetas pero en esos planetas solo hay compuestos químicos que apenas «hacen nada» la entropía progresará pero muy lentamente. En cambio si esos compuestos se combinan de modo que interactúen más rápidamente –por ejemplo generando seres vivos que evolucionan, se reproducen como conejos y aprovechen mejor la energía del sol y las plantas– se aumentará más rápidamente la entropía.

En cierto modo, esta idea planeta que el sentido de la vida es que el universo alcance su inexorable estado final en el menor tiempo posible, una idea aplastantemente simple. Es como si una pelota en caída libre se preguntara por el sentido de su «vida» y descubriera que es «caer hasta llegar al suelo, el inexorable final, lo más rápidamente posible». Según este punto de vista los seres vivos seríamos meros mecanismos adecuados para esta labor, si acaso somos necesarios. (Tal y como yo lo veo un suspiro de una estrella fugaz debe aumentar mucho más rápido esa entropía.)

Mientras llega la Gran Congelación, disfruta de la vida.

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