La galaxia de Andrómeda, también conocida como M-31, está muy lejos de nosotros, a 2,5 millones de años luz. Aunque tiene más o menos seis veces el tamaño aparente de la Luna llena no podemos ver sino una tenue silueta a simple vista, más o menos la zona central que tiene el tamaño de nuestro satélite. Ahora, gracias al trabajo de la NASA y científicos de varias universidades, podemos verla en todo su esplendor y con mucho más detalle.
El caso es que no podemos deleitarnos con el magnífico espectáculo de su presencia debido a la escasa sensibilidad de nuestros ojos, que no son como una cámara fotográfica de larga exposición sino algo diferente. Pero de los sensibles «ojos» del telescopio Hubble no se escapa.
Lo que han conseguido los científicos que trabajan en las imágenes del Hubble es montar un gigantesco fotomosaico con más de 600 imágenes obtenidas en unas 1.000 órbitas del telescopio a lo largo de 10 años. El resultado es una imagen de 2.500 millones de píxeles, de los que se puede descargar una versión «reducida» de 42.208 × 9.870 píxeles (JPEG, 203 MB).
Lo que se puede ver en la imagen original de 2,5 gigapíxeles son 200 millones de estrellas más brillantes que el Sol, de las 1.000 millones que hay en Andrómeda. En ellas se ve el núcleo, donde están las estrellas amarillas más antiguas, el disco externo con polvo y filamentos oscuros. Hay algunas zonas interesantes, como NGC-206 donde hay muchas estrellas azules o la M-32 que es una pequeña galaxia satélite.
Hace ahora exactamente un siglo que en 1925 Edwin Hubble descubriera que Andrómeda es una galaxia situada fuera de la Vía Láctea, a varios años luz, lo cual desafiaba la concepción que había hasta entonces de que el universo estaba limitado a nuestra propia galaxia. Esta imagen es otro gran récord para el telescopio que lleva su nombre, que lleva ya 30 años funcionando y que todavía tiene mucho que ofrecer.
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