Por @Wicho — 19 de enero de 2012

La radiación de fondo de microondas, que ahora sabemos que está presente en todo el universo, es como si fuera el resto del Big Bang, la enorme explosión que por todo lo que sabemos dio le dio origen.

Aunque su existencia fue predicha por George Gamow, Ralph Alpher y Robert Hermann en 1948, no se pudo comprobar hasta 1965, y de hecho su el que en efecto esté ahí es considerada una de las principales pruebas de que la teoría del Big Bang es correcta.

Esta radiación, y esta es otra de las predicciones de la teoría del Big Bang que han resultado correctas, no es uniforme, sino que presenta grumos o arrugas, llamadas anisotropías por los científicos, que tienen que ver con cómo se formó todo lo que hoy podemos ver en el universo, incluidos nosotros mismos, ya que estas irregularidades son las que con el tiempo provocaron que los átomos presentes en el universo primordial se fueran agrupando para luego ir formando otros elementos más complejos.

Por todo esto el estudio de esta radiación es muy importante para mejorar nuestro entendimiento del universo, y ha sido objeto de sucesivas campañas de estudio, siendo la más detallada hasta la fecha la que ha llevado a cabo el telescopio espacial Planck de la ESA, lanzado en 2009.

Primera luz del Plack
Primera luz del Planck

El gran problema de llevar a cabo estas observaciones es que esta radiación de fondo está ya tan fría que su temperatura está apenas por encima del cero absoluto, por lo que los instrumentos para medirla tienen que estar refrigerados, y al Planck se le ha terminado el refrigerante.

Esto hace que el HFI, el instrumento más sensible de a bordo, haya dejado de funcionar, aunque aún está operativo el LFI, que al funcionar a temperaturas algo más altas aún podrá funcionar durante buena parte de lo que queda de 2012.

Estructuras de polvo a 500 años luz del Sol - ESA/HFI Consortium/IRAS
Estructuras de polvo a 500 años luz del Sol - ESA/HFI Consortium/IRAS
El espectacular tapiz de fondo de la Vía Láctea: La zona más clara en tono rosa-blanco de esta imagen se corresponde con el plano de la Vía Láctea, en el que el polvo está a una temperatura apenas unas decenas de grados por encima del cero absoluto; las zonas rojas se corresponden con temperaturas de 12 grados centígrados por encima de este.
Es una combinación de datos recogidos por el Instrumento de Alta Frecuencia (HFI) del telescopio espacial Planck en las bandas de 540 y 350 micrómetros y otra imagen obtenida en la banda de los 100 micrómetros por el satélite IRAS.

En cualquier caso, Planck ha cumplido con creces su misión, pues su objetivo era realizar dos mediciones competas de todo el cielo y al final ha podido hacer cinco.

Además, queda aún mucho trabajo por hacer para analizar todos esos datos, porque entre otras cosas se espera que permitan descartar unos cuantos modelos de lo que ocurrió durante el Big Bang; a lo largo de este año deberían empezar a publicarse los primeros resultados.

Por cierto que la radiación de fondo de microondas fue descubierta casi por casualidad por Arno Penzias y Robert Woodrow Wilson, quienes recibieron el premio Nobel de física de 1978 por ello, aunque quizás de una forma no muy justificada.

Pero eso es otra historia.

  • Arrugas en el tiempo, un libro que cuenta cómo de importante fue descubrir que esas irregularidades de la radiación de fondo existían.
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