Por @Wicho — 20 de diciembre de 2023


El ELT visto desde el aire a principios de diciembre de 2023 – ESO/G. Vecchia

Esta semana recibí una nota de prensa que dice que los primeros 18 segmentos del espejo principal del Telescopio Extremadamente Grande (Extremely Large Telescope, ELT) del Observatorio Europeo Austral (ESO) han sido enviados a Chile. Y eso me recordó que este verano había leído que la construcción del ELT ya ha pasado el 50 %.

Las obras comenzaron en 2014 con las primeras voladuras en la cima del cerro Armazones, que es dónde está siendo construido. Así que si echas cuentas el ELT en principio no debería estar listo hasta 2032, otros nueve años a partir de 2023.

Pero resulta que la primera parte de la construcción es la más ardua, ya que hay que hacer pruebas y construir prototipos de algunos de los componentes. Así que en el ESO esperan que el ELT reciba su primera luz en 2028.

Por supuesto no lo pueden garantizar, ya que como sabe cualquiera que haya sufrido una obra, las cosas se pueden liar en cualquier momento. De hecho parte del motivo de que hayan sido necesarios nueve años para superar el punto medio de la construcción es que apareció una pandemia mundial –la del COVID 19, ¿recuerdas?– que paralizó las obras varios meses.


El tamaño del ELT comparado con el de la Sagrada Familia de Barcelona – ESO

El ELT será el telescopio óptico más grande del mundo, capaz de ver en luz visible y en el infrarrojo. Se trata de un telescopio óptico reflector que estudiará el infrarrojo y que utilizará ópticas activas para conseguir que los 798 espejos que forman su espejo principal funcionen como un único espejo de 39 metros de diámetro. Aunque utilizará también ópticas adaptativas para poder conseguir la resolución deseada, que será quince veces mayor que la del Hubble. Para ello el ELT será capaz de modificar la forma del espejo 1.000 veces por segundo según los datos que aporten las guías láser.


Impresión artística del ELT con los láseres de sus ópticas adaptativas en funcionamiento – ESO

El ELT nos permitirá seguir buscando exoplanetas similares a la Tierra que podrían albergar vida, analizar la naturaleza de la materia y energía oscuras y observar las primeras etapas del Universo, lo que a su vez nos permitirá saber más de nuestros orígenes.

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