El riñón de cerdo en su bolsa de transporte – Joe Carrotta para NYU Langone Health
El Centro de salud Langone de la Universidad de Nueva York acaba de hacer público que Towana Looney es la tercera persona en recibir el trasplante de un riñón de cerdo modificado genéticamente. El trasplante fue llevado a cabo el pasado 25 de enero y la paciente fue dada de alta el 6 de diciembre.
La señora Looney, que en la actualidad tiene 53 años, había donado un riñón a su madre en 1999. Pero complicaciones de un embarazo posterior dañaron el riñón que le quedaba, por lo que para diciembre de 2016 tuvo que empezar a someterse a diálisis. A principios de 2017 la pusieron en la lista de trasplantes. Pero aunque las personas que han donado un riñón tienen una prioridad más alta en la lista la combinación de anticuerpos presentes en su sangre complicaban enormemente encontrar un donante.
Tras casi ocho años de diálisis cada vez era más complicado encontrar venas en condiciones para soportar el procedimiento, así que la médica que la trataba le sugirió la posibilidad de someterse a un xenotrasplante. A ella le pareció buena idea. Pero aún así el procedimiento tuvo que ser aprobado con un permiso especial de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de los Estados Unidos para casos extremos.
El riñón, desarrollado específicamente por Revivicor para ella, tiene diez modificaciones genéticas: se eliminaron tres genes porcinos que se sabe que desencadenan la respuesta inmunitaria, así como un receptor porcino de la hormona del crecimiento. Y se añadieron seis genes humanos para reducir la probabilidad de rechazo.
Pero sin embargo en el caso de Lisa Pisano, la segunda paciente en recibir un riñón de cerdo, la modificación, también hecha por Revivicor, sólo incluyó la eliminación de un gen que hace que las células de los cerdos acumulen azúcar alfa-gal en su superficie, lo que provoca su rápido rechazo. Y en el caso de Richard Slayman, el primer paciente en recibir un riñón de cerdo modificado, el riñón proporcionado por eGenesis incluía ni más ni menos que 69 modificaciones.
Esto da una idea de como por ahora los equipos médicos están experimentando a ver qué funciona mejor con estas modificaciones genéticas. Y de por qué son aún procedimientos experimentales que tienen que ser sometidos a aprobaciones específicas para casos extremos y desesperados. Con el tiempo, si se demuestra la viabilidad de este tipo de trasplantes, podrían ser una forma de terminar o reducir las listas de espera.
Tanto el señor Slayman como la señora Pisano fallecieron después de sus trasplantes. Pero en el caso del primero fue por un problema cardíaco no relacionado con el riñón ni con el trasplante, que hasta el momento de su fallecimiento funcionaba correctamente. En el caso de ella hubo que extirparle el riñón trasplantado por problemas cardíacos previos que ya se sabía de antemano que complicaban las posibilidades de éxito del trasplante y que llevaron a su muerte. Pero, de nuevo, el riñón no sufrió rechazo.
En el caso de la señora Looney por el momento no hay señal alguna de rechazo del órgano trasplantado y ella se encuentra bien de salud. Aunque habrá que ver como evoluciona.