Por @Wicho — 7 de abril de 2016

El director Ric Burns está dando los últimos toques a un documental sobre Oliver Sacks, y como parte de la promoción hace unos días presentaba este pequeño clip, en el que Sacks habla de figuras que influyeron mucho en él como Charles Darwin, Stephen Jay Gould, o de su propia madre…

Pero se te pone piel de gallina al oír a Sacks leyendo parte de My Own Life, el texto que publicó para comunicar al mundo que le habían diagnosticado un cáncer terminal:

My generation is on the way out, and each death I have felt as an abruption, a tearing away of part of myself. There will be no one like us when we are gone, but then there is no one like anyone else, ever. When people die, they cannot be replaced. They leave holes that cannot be filled, for it is the fate — the genetic and neural fate — of every human being to be a unique individual, to find his own path, to live his own life, to die his own death.

I cannot pretend I am without fear. But my predominant feeling is one of gratitude. I have loved and been loved; I have been given much and I have given something in return; I have read and traveled and thought and written. I have had an intercourse with the world, the special intercourse of writers and readers.

Above all, I have been a sentient being, a thinking animal, on this beautiful planet, and that in itself has been an enormous privilege and adventure.

And that's it.



Mi generación está desapareciendo, y cada muerte la he sentido como un desprendimiento de placenta, como si me arrancaran una parte de mí mismo. No habrá nadie como nosotros cuando no estemos, pero tampoco habrá nadie como cualquier otra persona nunca. Cuando alguien muere no puede ser reemplazado. Deja un hueco que no se puede llenar, porque es el destino –genético y neural– de todo ser humano ser un individuo único, encontrar su propio camino, vivir su propia vida y morir su propia muerte.

No voy a decir que no tengo miedo. Pero mi sensación predominante es de gratitud. He amado y he sido amado; se me ha dado mucho y me he dado algo a cambio; he leído y viajado y pensado y escrito. He tenido un trato especial con el mundo, el trato especial de escritores y lectores.

Sobre todo, he sido un ser sentiente, un animal pensante, en este bonito planeta, y ya solo eso ha sido un enorme privilegio y aventura.

Y ya está.

(Vía Ana Ribera).

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