Corazón artificial «clásico»
Este artículo se publicó originalmente en Cooking Ideas, un blog de Vodafone donde colaboramos semanalmente.
Hace años que los trasplantes de corazón han dejado de ser noticia ya que se llevan a cabo con éxito varios miles al año.
Pero el número de donantes es siempre inferior al de candidatos a recibir un trasplante, en especial en los últimos años gracias a la adopción de hábitos de vida más saludables y a la reducción del número de accidentes de circulación y de su gravedad gracias a los avances tanto en seguridad pasiva como activa de los vehículos.
Además, hay ciertas consideraciones que hacen que algunas personas no sean candidatas a un trasplante, ya sea por su edad, otras enfermedades subyacentes, etc.
Así que desde hace tiempo médicos e ingenieros trabajan en el desarrollo de un corazón artificial que palie la carencia de órganos naturales disponibles.
Esos corazones artificiales pueden ser temporales, mientras se espera un trasplante, o definitivos; también pueden ser completos o parciales según sustituyan al corazón completo o sólo a una parte de este, y en ocasiones se implantan a mayores del corazón del paciente para darle la oportunidad de recuperarse de ciertas patologías.
Pero dejando aparte las complicaciones médicas que aún tienen, que aún son unas cuantas, aún a pesar de que no presentan los problemas de rechazo del órgano que se producen con los corazones trasplantados, uno de sus principales inconvenientes es que necesitaban estar permanentemente conectados a unidades externas algo más grandes que una lavadora que eran las que los hacían funcionar, aunque claro, siempre parece que esta opción es mejor que la de morirse.
Estas unidades, de todos modos, se han ido reduciendo de tamaño hasta convertirse en mochilas que el paciente podía llevar a cuestas, dándole mayor calidad de vida, como en el caso de Charles Oeke, de quien ya hablamos hace algún tiempo, y a quien el Freedom Portable Driver le ha cambiado la vida radicalmente.
Freedom Portable Driver y Big BlueDriver
Existen incluso algunos modelos de corazón artificial en los que estas unidades externas llegan a desaparecer del todo, quedando este totalmente implantado en el tórax del paciente, lo cual no sólo es más cómodo para este sino que elimina un posible foco de infecciones ya que no hay cables ni conductos que atraviesen su piel.
Como nota curiosa, las baterías de estos modelos se cargan por inducción, igual que esos móviles o gadgets que basta dejar encima de la superficie del cargador para que se carguen, y su funcionamiento se puede controlar y modificar por radio.
Sin embargo, a pesar de estos avances los corazones artificiales siguen teniendo un diseño bastante complicado debido a que hasta ahora todos simulaban los movimientos de contracción y relajación del corazón natural, lo que reduce su vida útil a causa del inevitable desgaste de las piezas que lo forman.
Pero esto podría cambiar, pues según pruebas llevadas a cabo en el Instituto del Corazón de Texas parece ser que es perfectamente posible vivir sin un corazón que lata en el pecho mientras algo siga propulsando la sangre por el organismo.
Las primeras pruebas las hicieron con 38 novillos a los que extirparon sus corazones para ponerles en su lugar un nuevo tipo de corazón artificial que, simplificándolo mucho, está formado por un par de turbinas que hacen circular la sangre, turbinas derivadas del diseño de unos dispositivos de asistencia ventricular.
Esto no pareció suponer mayor problema para los novillos, así que el año pasado le implantaron uno de esos corazones artificiales sin latido a un hombre de 55 años que necesitaba un corazón nuevo pero que por diversos motivos no era candidato a un trasplante.
Corazón artificial del Texas Heart Institute
El paciente vivió cinco semanas con ese dispositivo hasta que falleció después de que le fallaran el hígado y los riñones, pero por otras causas independientes de su corazón sin latido. De hecho fue su propia familia la que pidió que lo desconectaran, pues había entrado en un coma irreversible en el que sólo el que su corazón artificial siguiera funcionando sin problemas lo mantenía vivo.
Por supuesto que aún falta mucho para que estos dispositivos se generalicen, y aún pueden aparecer problemas imprevistos, pero si todo va bien, en el futuro ya no bastará con tomarle el pulso a alguien para saber si está vivo.
Quien sabe si dentro de unas decenas de años esas escenas de las películas en las que se averigua si alguien está muerto tocándole la carótida habrán dejado de tener sentido.