Por Nacho Palou — 25 de marzo de 2016

Más allá de los coches mulas --coches en desarrollo disfrazados con carrocerías de modelos anteriores-- o de los clásicos recubrimientos con sacos, con tejido que tapa partes o formas de los prototipos, de un tiempo a esta parte se recurre cada vez más al uso de vinilos de camuflaje que aprovechan los efectos ópticos para disimular e incluso ocultar rasgos de los coches nuevos.

La gracia del asunto está en que se trata de un camuflaje que resulta efectivo a simple vista. Puedes tener un coche ante tus narices, o en una fotografía, y que no resulte nada fácil determinar algunas de sus formas, o el conjunto de líneas.

A la vez de eso, ese tipo de camuflaje también es efectivo y dificulta la obtención de modelos por ordenador a partir de imágenes. Además de evitarse el engorro de usar fundas de tejido u otros materiales el vinilo permite rodar los coches sin impedimentos ni obstáculos que alteran el rendimiento y los ruidos aerodinámicos durante la circulación en carretera abierta.

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