Este montaje es ingenioso: se trata de un pequeño coche a radiocontrol equipado con una minicámara, que envía la imagen «subjetiva» en tiempo real a un ordenador con el que se puede proyectar a lo grande en una pantalla. Los controles son un volante y asiento «estilo Fórmula 1» y la pantalla es cónica y envolvente. El resultado: una especie de sistema de conducción a distancia en el que parece que el mundo haya aumentado de tamaño y el coche y el conductor se hayan reducido. Da un poco la sensación de estar dentro de Cariño, he encogido a los niños.
Según cuenta la gente de Voysys, que son quienes lo han estado afinando, lo de la pantalla cónica gigante supera en sensaciones a otros tipos de pantallas planas e incluso gafas de realidad virtual de varios tipos.
El otro punto clave es la latencia: la transmisión de imágenes ha de ser prácticamente instantánea, al igual que la respuesta a los movimientos del volante y los pedales. Aquí los tiempos se miden en milisegundos y cualquier punto del que «rascar» unas milésimas es relevante para que la sensación sea realmente como «estar ahí». Y parece bastante manejable.
En la empresa trabajan en un motor 3D para renderizar en tiempo real imágenes virtuales con bajísima latencia; esto tiene un coste computacional alto, especialmente cuando se habla de calidad de imágenes en 4K o incluso 8K. La idea es que en el futuro pueda servir para teleoperar coches –no sólo de radiocontrol– camiones, o incluso experimentar retransmisiones en vivo. Otra forma más que divertida de jugar a las carreras.
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