Vaya dos cochecitos estos: el primero se llama Bloodhound y es un modelo supersónico. O al menos pretende serlo. De momento es capaz de alcanzar los 377 km/h en 8 segundos gracias –como puede verse por su aspecto– a un reactor propio de los aviones de combate. Tan es así que las pruebas las hicieron en un aeropuerto con una pista de 1,7 km de longitud.
El Bloodhound tiene unos 54.000 caballos de potencia –algo así como la de 360 coches familiares juntos– y espera superar el récord de velocidad en tierra de 1.227 km/h.
El otro coche es el Agera de Koenigsegg, en un intento de romper el récord de velocidad de un coche «de producción», alcanzando los 457 km/h en un circuito cerrado de Nevada.
Aquí no impresiona tanto la aceleración del arranque como la velocidad que parece aumentar sin fin. De hecho tras pasar un buen rato con una aceleración de 0,1 g esta bestia se pone a mantener 0,3 y 0,4 g incluso a 350 km/h (!) Cuando llega al máximo está recorriendo unos 125 metros por segundo.