De los siete DeLorean que se usaron en el rodaje de la trilogía de Regreso al Futuro sólo quedaron tres: uno que está en los Estudios Universal de Florida, otro en California y este que compró Bill Shea, un coleccionista que soltó 541.000 dólares por poseer la máquina del tiempo definitiva.
Así que aunque DMC-12s hay muchos, originales que hayan participado en las películas hay muy pocos.
El trabajo de coleccionista de coches es duro, pero alguien tiene que hacerlo. Tal y como cuentan en este largo reportaje de The Aficionauto el protagonista de esta historia trabaja junto con su hijo duramente en arreglar y restaurar viejos modelos, crear réplicas, cuidarlos y llevarlos a eventos y exposiciones donde son bienvenidos. De hecho el DeLorean lo han vuelto a conducir hasta los propios actores de la película.
Entre otras cosas dicen que el mayor problema de conducir un DeLorean es intentar ir por todas partes sin hacerle ni un mínimo rasguño. También tuvieron que añadirle bastantes piezas originales porque al ser un coche que se usó principalmente para las escenas de acción le faltaban muchos componentes que realmente no eran necesarios (como los aros y muchas piezas del interior).
Tras la rocambolesa historia del fracaso de DeLorean como compañía automovilística el hecho de que abandonaran la producción tan pronto dice Shea que «…fue una auténtica bendición. Si hubieran continuado fabricando coches ahora el DMC-12 sería otro coche normal y corriente, no algo icónico y eterno».
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