Por @Alvy — 9 de octubre de 2021

Resulta divertido ver este segmento de British Pathé (algo parecido al No-Do español) que data de 1967 acerca del Drivotrainer (Entrenaconductores), un curioso simulador de conducción para enseñar a la gente en las academias. La solución es ingeniosa: pequeños cochecitos con volante, pedales, palancas de cambio y otros botones con los que practicar «desde la seguridad de estar completamente parados».

En una clase de autoescuela cabían 15 de estos; la misma compañía que lo inventó (Aetna) en 1951 tenía otros chismes anteriores con nombres como Reactómetro, Carreterómetro. A me suena haber visto alguno parecido en España en los 70, pero hace décadas de aquello, igual era una idea similar pero más simplificada.

Con este simulador los novatos podrían comenzar por el simulador y aprobar el examen de conducir a la primera; para los profesores sería toda una tranquilidad ver cómo su vida no depende de un inoportuno ataque de nervios de los alumnos.

Según cuentan las lecciones eran de 90 minutos y básicamente permitían a los alumnos familiarizarse con los controles del vehículo, además de acostumbrarse a los protocolos y rutinas habituales al sentarse al volante. Los pedales variaban el volumen del ruido del motor y tenían cierta resistencia (algo como la respuesta háptica de la pantalla de los móviles) para que resultan realistas.

Un detalle interesante es que en las prácticas «estáticas» se proyectaba una película de conducción para crear cierta sensación de realidad, algo tosco pero efectivo. Además de eso los movimientos se grababan en una larga banda de papel perforado a modo de control de precisión, para saber si se había cambiado de marchas en los momentos adecuados y demás. En total se rodaron 22 películas y había una a modo de examen que duraba unos 25 minutos y cubría muchas situaciones. Lo de aparcar me imagino que iría en otro tipo de invento.

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