En el estado de Nueva York, una sentencia del estado en el caso Stambovsky vs. Ackley estableció que si una casa tiene fama de estar encantada, legalmente está encantada y hay que advertírselo al comprador antes de que se produzca la venta. En Estados unidos la jurisprudencia es poderosa, y parece que las supersticiones también. En ese caso de 1991, conocido popularmente como el de los «cazafantasmas», se estimó que el hecho de que el propietario hubiera dicho públicamente que la casa estaba encantada era relevante respecto a su «estado real». El comprador no lo sabía porque venía de otra ciudad. Más adelante pudo «devolver» la casa y anular la compra por algo parecido a lo que aquí se considerarían «vicios ocultos»: en ese caso…poltergeists. (¡Gracias por la nota, Lektu!)