Por Nacho Palou — 19 de octubre de 2016

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En The Daily Beast, Bad Writing Costs Businesses Billions,

Existe una gran deficiencia en el ámbito empresarial. Está ahí, ante nuestras narices, y sin embargo no es fácil reconocerla. Pero la horrible y confusa escritura que se practica a diario en el entorno laboral cuesta a las empresas estadounidenses casi 400.000 millones de dólares cada año.

Si allí la cifra esa esa, en la UE no será muy diferente teniendo en cuenta el uso de varios idiomas. La cifra se obtiene de calcular —de algún modo— que los empleados que trabajan con documentos y escritos dedican el 22 por ciento de su tiempo a leer, y pierden el 6 por ciento de ese tiempo tratando de entender textos que están mal escritos. En mails, informes, memorándums, comunicados y notas de prensa y otros documentos.

Que la cifra sea mayor o menor, euro arriba o euro abajo, casi es lo de menos. Es por el dolor de ojos. Por la pérdida de tiempo. Es por William Foster y el síndrome Amok. La exasperación. Es por dignidad.

Un problema añadido a no saber escribir es que además a la gente le encanta utilizar argot y grandes palabros porque creen que así parecerán más inteligentes y que impresionarán a alguien. Lo que sucede en realidad es que eso les hace parecer estúpidos. Los hay que incluso usan anglicismos aunque su nivel de inglés sea elemental.

Por el camino la mala escritura y esas malas costumbres siembran el caos a su alrededor y confunden a todo el mundo. «En comunicación el uso de un lenguaje claro y simple es la mejor opción. Hace que el mensaje sea más fácil de digerir y aumenta las probabilidades de que lo entienda más gente.»

De modo que di lo que quieres decir, joder.

Fotografía: Mari Helin-Tuominen / Unsplash.

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