Cualquier nueva tecnología da un poco de miedo al principio, pero es un comportamiento totalmente irracional seguir teniéndole miedo una vez se sabe cómo funciona y ha sido suficientemente probada. Según cuentan, cuando se inventó el telégrafo se propagó el rumor de que las señales interferirían con el clima. Con la llegada de los trenes y automóviles se dijo que producían en los pasajeros todo tipo de enfermedades físicas y mentales. Y cuando la luz eléctrica reemplazó el alumbrado de gas de las calles, la gente temía sus efectos sobre el cuerpo humano, básicamente igual que quienes temen hoy en día las antenas de telefonía móvil [PDF], o a los propios móviles. [Fuentes: Future Files de Richard Watson + Free-Range Kids de Lenore Skenazy.]