Un negocio de circuitos de aventuras de Nueva Zelanda estudió en 2003 cómo hacer para que las fotos del día de las cámaras digitales de los turistas estuvieran disponibles en papel a las pocas horas de la aventura. No podían usar redes telefónicas, ni tecnología inámbrica y en todo caso las descargas resultarían muy lentas, de modo que recurrieron a las clásicas palomas mensajeras como ayudantes. Sujetando con velcro tarjetas de memoria a las patas de las palomas dieron con un sistema que les permitía transmitir fácilmente unos tres gigabytes en seis minutos, lo cual superaría a muchas conexiones de «banda ancha» de la actualidad. Sin duda es más práctico que el IP Sobre Palomas Mensajeras, un protocolo «aviario/colombófilo» que se utiliza para explicar en broma lo flexible que es la base de Internet. (Fuente: LaFlecha)