Me ha hecho gracia leer en Computer Crashes Before Computers: When John Steinbeck’s Dog Ate His Manuscript que John Steinbeck le escribió una carta a su editor en mayo de 1936 en la que le anunciaba que se iba a retrasar con la entrega del manuscrito de su novela De ratones y hombres porque su perro se lo había comido:
Ha ocurrido una pequeña tragedia. No sé si te lo había dicho. Mi cachorro de setter convirtió en confetti aproximadamente la mitad de mi libro. Dos meses de trabajo que volver a hacer. Me retrasará. No había ningún otro borrador. Me enfadé bastante pero puede que el muchachito no fuera descaminado. No quiero estropear un buen perro por culpa de un manuscrito. No tengo claro que sea bueno en absoluto. Sólo le di una chaparreta con su matamoscas de los castigos. Pero hay trabajo que tendré que volver a hacer desde el principio.
A su vez esto me hizo pensar si la famosa disculpa de que «el perro se comió mis deberes» sería un invento de Steinbeck, pero al menos según la Wikipedia –con la autoridad que pueda tener o no– la expresión The dog ate my homework viene usándose al menos desde principios del siglo XX, si no desde antes.
Dice también que la excusa se popularizó en los 70, aunque a partir de los 80 comenzó a dejar paso a otra gran favorita que sigue de plena actualidad, el error informático.
(La anécdota de Steinbeck vía Ana Ribera).