Hoy, desde el Departamento «Bad Dron Derribado»,
La bazuca SkyWall 100 desarrollado por unos señores británicos (inventores, dicen, pero lo de lanzar redes es más viejo que el hilo negro) es capaz de derribar un dron a 100 metros de distancia.
Teniendo en cuenta que un dron puede volar fácilmente a 120 metros de altura el alcance del SkyWall100 se antoja escaso. Pero los inventores tienen dos ases en la manga: el SkyWall 200 y el SkyWall 300 que son todavía más aparatosos —ambos van montados sobre trípode— con 200 y 300 metros de alcance.
La idea del SkyWall es básicamente la misma que el método al que recurre el dron que caza a drones intrusos capturándolos con una red: lanzar un red y coger a la presa. Lo mismo que hacía Pedro hace dos mil años.
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Más práctica, más barata y más directa es la opción de liarse a tiros para derribar un dron invasor de la propiedad privada y de la intimidad: en EE UU ya hay algún casos de derribo de drones invasores usando un arma de fuego que se ha resuelto sin consecuencias para el tirador, toda ve que era el dron el que sobrevolaba una propiedad privada.
Munición anti-drones: «¡Preparado para el dronapocalipsis!» en Ammoland, vía Popular Mechanics.
De hecho, en algún estado de por allí ya se porpone una ley que permita a un agente de policía pueda derribar un dron usando su arma de fuego.
Lo cual en realidad no deja de entrar de algún modo en conflicto con la idea de derribar aeronaves — y la FAA (la agencia aérea de EE UU) considera a los drones como tales.
La FAA no sólo ha expresado su preocupación por el hecho de que empiecen a caer drones derribados, con el riesgo que eso supone. Que la policía goce de carta blanca para derribar drones «también consitutye una amenza a la libertad en general». E incluso, argumenta, «si el dron derribado pertece por ejemplo a un medio de comunicación se estaría atentando contra la libertad de prensa, ¿cómo podría un oficial neutralizar la cámara de un medio de comunicación?»
