Todo iba bien en este vuelo de un dron en Seattle junto a la famosa aguja del Space Needle el pasado día de nochevieja hasta que ¡zas! [02:20] Lo que parecía una «distancia prudencial» se convirtió en un fenomenal fostiazo. La suerte (o la falta de ella) hizo que los operarios de la torre se encontraran con el dron atrapado a sus pies, lo cual tras el lógico momento‑acojone por si era algún chisme explosivo o similar les llevó a avisar a la policía.
Lo extraño del movimiento del dron puede deberse a que debido a las interferencias perdiera la señal, algo que sucede a veces, pasando a «modo automático: volver a casa» y eligiendo el camino incorrecto, dado que muchos modelos no cuentan con un sensor de obstáculos. Los movimientos de quedarse parado «pensando» unos instantes [02:13] para acabar enfilando en la dirección de despegue para intentar volver son muy significativos.
El resultado: aunque nadie resultó herido la multa que le puede caer al individuo es de 5.000 dólares y un año de prisión por imprudencia temeraria. Al fin y al cabo se saltó las normas que prohíben subirlos a alturas de más de 120 metros (el Space Needle mide unos 200m), a pilotarlos encima de zonas pobladas (aquí había hordas de turistas) y a menos de 8 km de aeropuertos y helipuertos (aquí había varios).
En definitiva: la actuación de todo un gañán que además de haber perdido el dron va a perder unos cuantos dólares si no unos cuantos meses de su libertad.