En el vídeo puede verse cómo la carne de un becario prueba los efectos de esta critaturita mecánica llamada CUPID, que es un dron-hexacóptero armado con una pistola táser «aturdidora» de 80.000 voltios.
El concepto ya da bastante miedito de por sí; más aun impacta ver el momento en que el punto láser se fija en el objetivo. Las cámaras con las que va equipado el dron llevan reconocimiento facial, de modo que no debería equivocarse a la hora de elegir el objetivo, aunque dicen que precisamente esa parte del seguimiento visual es lo más complicado del proyecto.
Como invento puede ser tan maléfico como beneficioso; es un engendro de la buena gente del estudio Chaotic Moon para enseñarnos que tal vez tenemos ya la tecnología del futuro pero que quizá los que no estemos preparados somos nosotros.