Por Nacho Palou — 16 de diciembre de 2008

coltan columbite tantalite (cc) Nando Quintana
Coltan, columbite tantalite (cc) Nando Quintana, vía Wikipedia.

Después de que Adrià nos expresara su preocupación por el problema del coltán, que había conocido tras leer algunos artículos por Internet, recordé que precisamente el pasado domingo el suplemento El País Semanal dedicaba un reportaje a este asunto titulado Coltán, el regalo envenenado de Congo.

La pesadilla del coltán. Las nuevas tecnologías llegaron a finales del siglo XX al este de Congo en forma de un nuevo mineral que arrancar de las montañas: el coltán. El país cuenta con las mayores reservas mundiales conocidas de esta extraña aleación [con] unas propiedades eléctricas que lo hacen insustituible en los teléfonos móviles, consolas de videojuegos y todo tipo de equipos electrónicos. Fácil de extraer y muy valioso, el coltán fue el combustible que engrasó las múltiples facciones que protagonizaron la gran guerra entre 1997 y 2003.

El coltán contiene metales muy cotizados por lo que su extracción tiene graves consecuencias en la zona donde abunda. El Congo vive una guerra desde que en 1998 Uganda y sobre todo Ruanda, aprovechando la debilida política de aquel país, ocuparan militarmente las zonas mineras para su explotación comercial. Un desastre medioambiental y sobre todo social que suma hasta ahora más de 5,5 millones de muertos.

El término coltán se refiere coloquialmente al binomio que forman distintas composiciones de columbita y la tantalita, metales muy escasos y que, entre otras características destacables, tienen una alta conductividad, gran resistencia a temperaturas elevadas y la capacidad de almacenar cargas eléctricas -el tantalio se utiliza en la fabricación de condensadores eléctricos.

Hace unos meses Fernando Plaza ahondó ampliamente el tema del coltán (a raíz de la presentación del libro de Alberto Vázquez-Figueroa que lleva ese término por título) aunque dejando de lado las implicaciones política, sociales y mediomabientales causados por el "fenómeno del coltán".

The coltan phenomenon - Hay grupos de presión que apuestan por boicotear o imponer una moratoria en las exportaciones de coltán desde el Congo con intención de solucionar los problemas asociados al mercado internacional de coltán. Sin embargo estas medidas no impedirían que la empresas explotadoras continuaran su actividad de forma aún menos transparentes, o simplemente cambien de lugar para continuar su actividad.

En cambio, los trabajadores perderán el que es prácticamente su único sustento de vida, una de las pocas fuentes de ingresos que les quedan. Lo ideal serie establecer una forma más justa y menos dolorosa de extraer y comercializar el coltán.

Lo anterior está en línea con lo que afirmaba recientemente el fotógrafo Álvaro Ybarra que ha presenciado el conflicto en primera persona.

Discrepo mucho de las frases salomónicas de ciertas ONG y organismos internacionales en temas como el coltán: chavales trabajando, los niños soldados... ¡cómo se nota que no han estado allí! Si eres el noveno hermano de una familia en la mitad de la selva colombiana en la que tu padre te abandona, tienes prácticamente que matar con tus hermanos para comer - eso te da una probabilidad de sobrevivir. La Ley Humana exige sobrevivir, así que no critiques una situación si no aportas una solución real.

[Sucede] igual con los niños mineros del coltán. Efectivamente, un niño no tiene que estar trabajando en una mina, un niño no tiene que poder coger un arma - ¡nungún ser humano debería coger un arma, odio las armas! Ellos lo único que piensan es que quieren vivir y comer. [Entrevista con Álvaro Ybarra Zavala]

La extración de coltán además tiene consecuencuas medioambientales notables: desde la contaminación de los ríos de la zona y grandes lagos, la destrucción del entorno y el desplazamiento humano y de la especies. «Algunos rebeldes y mineros cazan para comer elefantes y gorilas poniendo a éstos en peligro».

Además del coltán, también la extracción de casiterita, mineral fundamental para la obtención de estaño y otras aleaciones, «está causando los mayores casos de explotación infantil y trabajos forzados» en la región, según se cita en el mencionado artículo de El País Semanal.

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